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lunes, 20 de abril de 2015

Blázquez denuncia la corrupción y subraya que la Iglesia “no es un contrincante político”


Fuente Religión Digital
(Jesús Bastante).- El cardenal de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal,Ricardo Blázquez, trazó esta mañana la "hoja de ruta" de la Iglesia española para los próximos años. En su discurso de apertura de la Asamblea Plenaria, el purpurado recuperó las líneas maestras del legado del cardenal Tarancón, y abogó por la "independencia y colaboración" con el Estado, dejando claro que la Iglesia "no es un contrincante político".
Se esperaba mucho del segundo discurso de Blázquez como presidente del Episcopado, en una Plenaria que aprobará el borrador definitivo del nuevo plan pastoral de la CEE, basado en la Evangelii Gaudium, y que ha de colocar, al fin, a la Iglesia española en la línea de la "revolución tranquila" de Francisco. No defraudó el presidente del Episcopado, quien en una breve alocución tocó todos los palos, desde la corrupción a la crisis económica, pasando por la persecución a los cristianos en el mundo -la CEE donará 250.000 euros a los perseguidos en Siria e Irak-, el drama de la inmigración(pidió un minuto de silencio ante la última tragedia en las costas de Sicilia, que se ha cobrado, al menos, 700 muertos) o la denuncia de la "tiranía invisible" de los mercados.
Arrancó el presidente de la CEE con un recuerdo a la figura del fallecido Antonio Dorado Soto, dando la bienvenida a los nuevos obispos y recordando a todos que estos días "constituyen una preciosa oportunidad de buscar juntos los caminos del Evangelio en nuestro tiempo y en nuestras latitudes". También hizo un guiño, necesario en los tiempos que corren, a los medios de comunicación: "Estamos convencidos de que sin vosotros no se pregonaría el mensaje cristiano desde los tejados, como dice el Evangelio".

Blázquez recordó al comienzo de su discurso su reciente nombramiento como cardenal, que calificó de "una nueva llamada de la Iglesia a servir en comunión leal y sacrificada", y tuvo palabras de recuerdo para el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús. "Santa Teresa, que cuando estaba muriendo en Alba de Tormes exclamó «es tiempo de caminar», nos acompaña llevando el Evangelio por los caminos del mundo", apuntó el presidente de la CEE, quien también quiso abogar por la plena reconciliación con la vida religiosa, que en 2015 celebra el Año de la Vida Consagrada.
"Es comprensible que los religiosos y religiosas hayan proyectado en el papa Francisco un apoyo peculiar en la situación actual", subrayó el presidente del Episcopado, quien reconoció que "la escala del mapa de la vida religiosa ha cambiado profundamente en los decenios últimos".


"Estamos convencidos de que religiosos, ministros y laicos somos hermanos en el Pueblo de Dios. Todos nos necesitamos recíprocamente dentro de la Iglesia, que es la familia de la fe. Cada hermano es un don para el otro", añadió el cardenal de Valladolid, quien echó mano del Concilio Vaticano II y de constantes citas a la Evangelii Gaudium del Papa Francisco para subrayar la importancia del nuevo Plan Pastoral de la CEE para los años 2016 a 2020.
Un plan que "seguirá la línea programática común para toda la Iglesia que hemos recibido de la mencionada exhortación Evangelii gaudium del papa Francisco para ofrecer a todos, en la concreta situación de nuestro pueblo, la alegría salvadora del Evangelio de Cristo", en un momento difícil. Para la sociedad, y también, lo reconoció, para la propia Iglesia.
"Sin caer en absoluto en el pesimismo, hemos de reconocer que las circunstancias históricas que estamos viviendo han hecho más difícil y más necesaria la claridad y la firmeza de la fe personal, la vivencia comunitaria y sacramental de nuestras convicciones religiosas", indicó Blázquez, quien señaló que "queremos orientar el trabajo de la Conferencia Episcopal a dar respuesta a estos desafíos y favorecer una «transformación misionera» de nuestras Iglesias, parroquias y comunidades".
"Nuestras propuestas estarán dirigidas a las tres actividades fundamentales de la pastoral: el anuncio de la Palabra, la celebración litúrgica de los misterios de la salvación y el ejercicio de la caridad. En la concreción de cada una de ellas intervendrán las Comisiones Episcopales afectadas, que irán señalando las acciones y objetivos específicos; todos ellos tendrán como denominador común el empeño evangelizador y el compromiso de la caridad", apuntó.


Otro de los temas relevantes en la Plenaria será la aprobación de un documento, "largamente esperado", que "pretende ofrecer desde la Doctrina Social de la Iglesia una iluminación realista y a la vez esperanzada sobre la situación social y política que vive nuestro pueblo". Un escenario donde se observan "las persistentes consecuencias de la crisis económica que, con innegables signos de recuperación, todavía afecta muy profundamente a las capas sociales más desfavorecidas, sobre todo al inmenso número de desempleados, y de entre ellos a los jóvenes".
Un "complejo panorama político y social", reconoció, ante el cual la posición de la Iglesia "no es la de un contrincante político". "Su papel no es de orden partidista, sino de orden pastoral, de iluminar conforme al Evangelio la conciencia de sus fieles para que su actuación, con personal responsabilidad, sea coherente con su fe como ciudadanos que son también de pleno derecho. A todos ofrecemos con respeto nuestra aportación".
"Independencia y colaboración" son las bases de la relación Iglesia-Estado en opinión de Blázquez, quien recordó la labor realizada por el Episcopado en tiempos de Tarancón, que posibilitó en buena medida la transición democrática. Aun así, el presidente de la CEE subrayó que "la Iglesia siempre trabajará por los valores innegociables, como son el derecho a la vida desde la concepción hasta su fin natural, el verdadero matrimonio y la armonía y estabilidad familiar, el derecho de los padres a la educación de sus hijos conforme a sus convicciones; todo ello en consonancia con los valores del Evangelio, donde prima ante todo la opción preferencial por el amor y la misericordia de Dios para con los más débiles y pobres de la sociedad".
"En una sana sociedad civil no ha de extrañar que los católicos tengan una voz coherente con su fe en los asuntos públicos, en el diseño de la vida social y cultural", apuntó el prelado, quien pidió a los cristianos, "especialmente los seglares" que "vivan, personal y asociadamente, con coherencia responsable y alegre, la fe en la calle, en la vida social y política, en el ejercicio del voto o de la representación y actividad política, en la familia y con los amigos, en la cultura y en el arte, en el trabajo y en la diversión".
Junto a ello, los obispos debatirán en el documento "Iglesia, servidora de los pobres", "el sufrimiento de numerosas personas en nuestra sociedad, y también las respuestas solidarias de miles y miles de voluntarios de nuestras diócesis, parroquias y comunidades, que sirven en muchas instituciones de la Iglesia, especialmente Cáritas,ayudando y atendiendo a los más débiles de la sociedad".


Blázquez hizo hincapié en "las consecuencias de la crisis que está afectando a las familias, sobre todo a los más pequeños y a los ancianos, así como a las mujeres" o el mundo rural, para subrayar que "esta crisis social y económica arrastra en el fondo una crisis antropológica, ética y religiosa en la que ha incidido en no pequeña medida elsecularismo y el materialismo economicista".
"Piénsese si no en los casos de corrupción, que tanto dañan la confianza de la población. Desgraciadamente, la realidad ha puesto ante nuestros ojos la lógica económica también en una dimensión que podríamos llamar 'idolátrica'. La ideología que defiende la autonomía absoluta de los mercados y de la actividad financiera instaura unatiranía invisible que impone de forma unilateral sus reglas", indicó Blázquez, quien denunció "una verdadera idolatría en la que al dinero se le rinde culto y se le ofrecen sacrificios; a la postre, como si fuera el rendimiento económico el que da fundamento a nuestra existencia y dictamina la bondad o maldad de nuestras acciones, incluso la actividad política se convierte en una tecnocracia o pura gestión y no en una empresa de ideas y valores".
Por ello, reclamó una "economía de rostro humano, que ponga a la persona en el centro" y que denuncie "un modelo funcionalista y privatista que conduce inexorablemente a la "cultura del descarte"", al estilo del discurso del Papa Francisco en el Parlamento Europeo.
Frente a la crisis y a la corrupción, Blázquez abogó por "una regeneración moral" que "conlleva un irrenunciable compromiso social en el amor al prójimo", pues "sin conducta moral, sin honradez, sin respeto a los demás, sin servicio al bien común, sin solidaridad con los necesitados, nuestra sociedad se degrada. La calidad de una sociedad tiene que ver fundamentalmente con su calidad moral".


Los dos últimos puntos del discurso de Blázquez giraron en torno a la persecución a los cristianos en Oriente Medio y al drama de la inmigración. En el primer punto, los obispos españoles "nos unimos a las reiteradas peticiones del papa Francisco a favor de los cristianos perseguidos en diversos países del Medio Oriente y de África. La dureza de la persecución ha herido no solo a cristianos de las diversas confesiones, sino también a fieles de otras religiones".
"Pedimos a todos que nunca utilicemos el nombre de Dios para perseguir e incluso asesinar a personas de otra religión. Matar en nombre de Dios es profanarlo y pervertir el sentido de su reconocimiento", incidió el presidente de la CEE, quien recalcó, citando de nuevo al Papa, que "es necesario detener este furor y frenar a estos agresores. ¿Se hacen eco nuestras sociedades occidentales debidamente de esta causa, para que la opinión pública exija que se paren estos desmanes? ¡Que toda causa a favor de la vida, de la dignidad humana y de sus derechos halle en nosotros protección y defensa!".
"Ningún derecho humano es "absoluto" en el sentido de que pueda desarrollarse sin tener en cuenta los demás derechos", concluyó Blázquez, quien reclamó de todos "una mayor sensibilidad y atención ante este sufrimiento olvidado que atenta cruelmente contra la vida y libertad religiosa de numerosas poblaciones".
Finalmente, el cardenal de Valladolid recordó las sucesivas tragedias vividas en las aguas del Mediterráneo, e hizo un llamamiento a que "recuperemos la compasión y sigamos ejerciendo una verdadera solidaridad cristiana, a la par que reclamemos programas gubernamentales que vayan más allá de la preservación de nuestras fronteras".


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