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lunes, 6 de julio de 2015

Micro relato

La vela encendida



Hay coincidencias que llamo pequeñas providencias. Abrí una revista al azar y mientras leía una cita de Natalia Ginzburg, sonó el timbre, me levanté y abrí la puerta. Tras el saludo, el joven me dijo que deseaba hablar. Nos sentamos y me soltó: «Mi fe no está tan segura como en otras épocas. ¿Por qué?» Me quedé mirándolo, busqué la cita que acababa de leer y se la leí en voz alta: «La fe no es una bandera que se lleva con gloria, sino una vela encendida que se lleva con la mano entre la lluvia y el viento en una noche de invierno. A Dios no le gusta que le quieran como los ejércitos aman la victoria».
La cara de sorpresa de mi interlocutor anticipó su respuesta. Sonrió y dijo: «Esa imagen aclara mi situación. La tendré en cuenta. Aunque me gustaba más cuando llevaba la fe sin sentir el viento y la lluvia».
Me agradó su sinceridad y le dije: «La fe que no pasa por la prueba puede quedarse en una fe infantil, mas la que salta hasta Dios, desde la soledad, el abandono y la cruz, se hace más adulta».
«Sí, me parece que esa es mi crisis -dijo-. Debo fiarme y saltar de nuevo hasta Dios». «¡Ah!, -le respondí-, el cardenal Newman tiene una frase clarificadora: ‘La fe es la capacidad de soportar dudas’».

Fuente Diócesis de Málaga

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