CUARENTENA POR EL CORONAVIRUS
La situación por la que atravesamos estos días es una buena oportunidad para examinarnos a distintos niveles y aprender a analizar y vivir los retos que nos ofrecen esta clausura doméstica involuntaria. Veamos algunas invitaciones a la reflexión.
ANTES DE LA CUARENTENA…
- Decimos que no tenemos tiempo para nosotros, que siempre estamos muy atareados, que vamos muy deprisa…
- No dedicamos tiempo a la reflexión, a la meditación, a la oración y al estudio…
- Nuestra agenda está llena de reuniones, encuentros, conferencias… pero nuestro corazón está muchas veces vacío…
- No tenemos tiempo para mirarnos a nosotros mismos, a nuestros anhelos y esperanzas más profundas…
- No tenemos momentos para dedicar a las personas a las que de verdad queremos, a la charla pausada, al amor que con solo mirarse dice todo…
- Nos hemos acostumbrado a la falta de análisis lúcidos sobre nuestra vida y sobre lo que nos rodea y ya sabemos que cuando analizamos mal, los resultados serán siempre equivocados…
- Vivimos rodeados de tópicos y de cosas que no llenan nuestro corazón…
- Hacemos deporte físico para nuestro cuerpo pero no ejercitamos el alma…
- Nos cansamos muchas veces por el aburrimiento…
- Tenemos necesidad de estar siempre escuchando música o algo que nos indique que no estamos solos…
- Controlamos a nuestro antojo nuestro tiempo y nuestras actividades…
PRESUPUESTOS A TENER EN CUENTA…
- No es lo mismo “estar solo” que “la soledad”…
Muchas veces las personas necesitamos estar solas para ordenar nuestro corazón y pensamientos, para ser creativos. Busca el estar solo el escritor, el artista que tiene que dialogar con los pensamientos previos de su futura obra… El estar solos en determinados momentos es necesario para el ser humano porque es un espacio de encuentro consigo mismo, con sus anhelos, esperanzas y proyectos. El estar solos si lo buscamos por nosotros mismos es un tiempo que nos anima y nos hace crecer por dentro.
La soledad, en cambio, es una situación humana muy triste y dramática.
La soledad no es buscar estar solos. No es la búsqueda del silencio creativo ni el espacio para ordenar ideas o proyectos. La soledad aparece cuando la persona siente y emocionalmente percibe la sensación de que nadie le quiere, ni le tienen en cuenta, ni le valora, ni nadie se interesa por él… En pocas palabras: la soledad es el desamparo más grande que puede sentir el ser humano…
Cuando el comienzo de la Biblia nos dice que “El Señor Dios se dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle a alguien como él, que le ayude” (Génesis 2, 18) nos está indicando que la soledad no es buena, que necesitamos de la relación con los demás, con Dios y con el resto de los seres humanos, para ser felices. El otro nombre del infierno es “soledad”…
Cada uno tenemos que preguntarnos si este tiempo de cuarentena produce en nosotros la necesidad creativa de estar solos o en cambio, la más triste soledad…
- Lo importante en la vida no es lo que nos pasa sino cómo vivimos lo que nos pasa…
Nuestra vida está rodeada de circunstancias que no dependen estrictamente de nosotros. El paro, la enfermedad, la ruptura familiar, la traición de los amigos, la vanidad de la vida… son acontecimientos que nos pueden distraer de la tarea más importante que Dios ha encomendado al ser humano: el ser feliz.
La mayoría de las personas viven su vida como una ola del mar que unas veces sube y otras baja. Cuando santa Teresa de Jesús dice que “la vida es una mala noche en una mala posada…” no se refiere a la inutilidad de la existencia humana sino a la persona que no ha aprendido a vivir con equilibrio espiritual, emocional y relacional. Hay muchas personas que no viven, solamente sobreviven…
Saber vivir adecuadamente las situaciones que la vida nos impone es un aprendizaje constante para lograr el equilibrio en todos sus aspectos y niveles. Una misma situación en dos personas pueden tener respuestas totalmente diferentes que pueden llevar a la felicidad o a la infelicidad de cada ser humano.
Venimos a la vida a aprender, a iniciarnos en el camino de la felicidad humana que nos llevará a la felicidad eterna del Cielo. El cielo solo es uno: Dios. Pero el infierno tiene millones de puertas y ventanas. Existen millones de infiernos que son esas oportunidades personales que nos invitan a alejarnos de la felicidad, o sea, alejarnos de Dios, de nosotros mismos y de los demás.
Saber vivir de verdad no es una tarea fácil ya que necesita de mucha sabiduría de la que no se aprende en los libros sino en una vida bien vivida donde la persona ha logrado colocar en su existencia el orden de su abecedario interior, por eso sabe cómo encajar los golpes de la vida y sabe dónde colocarlos en su corazón, por eso su interior no se turba ni perturba cuando llegan las duras pruebas de la vida humana…
- La esperanza como horizonte permanente del cristiano…
La esperanza no es un consuelo para tontos…
Cuando la Palabra de Dios nos dice que “El amor es paciente… El amor todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta…” (1 Corintios 13, 4.7) nos está abriendo las puertas de nuestra vida al aliento vital de Dios: La fe, la esperanza y el amor son tres condiciones imprescindible para ir al ritmo de Dios no al nuestro…
Las prisas son uno de los mayores enemigos del crecimiento en la fe y en el desarrollo integral de la persona. Las personas que tienen prisa demuestran la señal inequívoca de su inmadurez.
Tener esperanza es confiar verdaderamente en el Dios que nos ama. Padre Dios tiene proyectos de salvación y de felicidad para cada persona. Descubrir esto significa que somos capaces de poner nuestra vida y nuestra realidad en sus manos en la seguridad de que todo terminará bien con su ayuda.
Cuando llegan los momentos de las pruebas como la que ahora nos toca vivir, tenemos que aprender a mirarla con la sensatez que quien ama y se siente amado…
Mario Santana Bueno
Martes, 17 de marzo de 2020
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