Desde hace unos cuantos años se celebra en Tenerife el DOMNGO DEL MAR, conscientes del valor de este evento por su carácter internacional y ecuménico que le hace singular, a pesar de que la Gente del mar fuera el objetivo común con la festividad de Nª Sra. la Virgen del Carmen, que como podemos constatar, contiene otros dos objetivos que le hacen complementarios: el significado de la advocación de Nª Sra del Monte Carmelo (importancia de la oración y el poder intercesor de la Madre ), y el que fuera el día del APOSTOLADO DEL MAR que evidentemente fortalecen la vocación de servir a la Gente de la mar.
La tradición de celebrar el “Domingo del mar” comenzó en Inglaterra en 1975 cuando el Apostolado del Mar (de la Iglesia Católica), la “Mission to Seafarers” (Anglicana), y la “Sailors’ Society” (Free Church) decidieron que se debería reservar en el calendario de las Iglesias un día para recordar a los marinos, rezar por sus familias y por aquéllos que les asisten. Desde entonces, la celebración se fue extendiendo hasta convertirse en un evento de carácter internacional y ecuménico
La presencia en el muelle Ribera del Puerto de Tenerife de un monumento a Francisco Ramos, un trabajador que muere en accidente de trabajo queriendo salvar la vida de su hijo y que además fuera un reconocido y admirado líder sindical, nos sugirió que pudiera ser el DOMINGO DEL MAR una buena ocasión para reunirnos y celebrar la eucaristía con el colectivo de los trabajadores portuarios incluidos en el concepto de Gentes de mar (Motu Proprio Stella Maris ) culminando la celebración con el acto de oración ,ofrenda y homenaje a los fallecidos en accidente en el ámbito marítimo, y por extensión a los trabajadores del puerto y marinos fallecidos en el año. La dimensión ecuménica del acto se satisface con la intención todos y la presencia física del pastor Anglicano David Yenkis que comparte con nosotros la actividad regular de atención al marino.
El vínculo que genera este encuentro precisa el espacio de un sencillo refrigerio, con el que significamos el afecto y aliviamos el sentimiento que contiene la despedida, que queda también debilitada con la fraternidad y amistad cultivada en el encuentro.
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