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miércoles, 12 de octubre de 2016

Involucrarse: Discípulos del Señor. Beato Manuel González.


La propuesta cristiana que propagaba don Manuel González de “eucaristizar” la vida, de trasformarla en adoración, ofrenda y compromiso permanente, constituye un valioso programa de vida cristiana también para nuestro tiempo. Él nunca separó la Eucaristía del servicio a los excluidos, ya que siempre la orientó hacia el descubrimiento del rostro de Cristo pobre y abandonado en las múltiples marginaciones de cada día. El santo obispo de Palencia dio forma concreta en su vida pastoral a lo que  pediría el papa Benedicto XVI al afirmar que “sólo en la adoración (eucarística) puede madurar una acogida profunda y verdadera. Y precisamente en este acto personal de encuentro con el Señor madura luego también la misión social contenida en la Eucaristía y que quiere romper las barreras no sólo entre el Señor y nosotros, sino también y sobre todo las barreras que nos separan a los unos de los otros” (Exh. A. Sacamentum caritatis, 66).
Es así como don Manuel González fue un hombre de su tiempo y los avatares de la España en que le tocó vivir dejaron honda huella en sus preocupaciones y realizaciones pastorales. No predicó la huida del mundo, sino que siempre contempló la presencia de Cristo en la Eucaristía como un momento de intimidad particular para después movilizar a los fieles hacia el compromiso social y caritativo. Esta actividad la veía no como un lugar sin retorno, sino como medio para retornar de nuevo a la intimidad con Cristo al que se había escuchado y servido en el propio quehacer apostólico, ya que, como señala el Papa Francisco, “para nosotros toda persona y más si está marginada, si está enferma, es la carne de Cristo” (Disc. Caritas Internationalis, 16-05.2013).  ¿Cómo no reconocer en esta intuición un bello ideal de vida cristiana para nuestro tiempo?.
¡¡¡Juntos Caminando Hacemos Parroquia!!!

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