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jueves, 7 de septiembre de 2017

La Ceremonia de los Guanches de la Virgen de El Socorro es una representación teatral de alto valor patrimonial, una de las más antiguas manifestaciones del teatro popular canario, que se lleva a cabo ininterrumpidamente durante siglos.

La imagen puede contener: una o varias personas, personas de pie, cielo, exterior y naturaleza


En 1872 siendo párroco de San Pedro Apóstol don José de Moas Castro y coadjutor, el güimarero don Pedro Pérez Fariña, se realizó por primera vez, el simulacro de la aparición de la Virgen a los guanches. Este dato es extraído del libro de la Asociación Cultural Patrimonio de Güímar, Naturaleza, Historia y Tradición en El Socorro de Güímar. 

La Ceremonia de los Guanches de la Virgen de El Socorro es una representación teatral de alto valor patrimonial, una de las más antiguas manifestaciones del teatro popular canario, que se lleva a cabo ininterrumpidamente durante siglos. Cada uno de sus elementos forma parte de un acervo cultural de alto valor etnográfico para el pueblo de Güímar.




Tiene lugar en la tarde de cada 7 de septiembre y es interpretada por la, antiguamente denominada, "Cofradía de los Guanches" y más actualmente Colectivo de los Guanches de la Virgen de El Socorro, integrada por gentes de los barrios más tradicionales de Güímar. Para llevar a cabo la transformación en los personajes protagonistas de la aparición y primeros milagros de la Virgen, los actores visten una indumentaria tradicional, tan antigua como la misma Ceremonia: la zalea. Ésta se confecciona artesanalmente mediante un complicado proceso por el que se seleccionan los vellones de lana, se lavan varias veces y se cosen uno a uno para formar la vestidura tradicional. 
Hasta hace unas décadas, las zaleas se complementaban con gorros o tocados. Los guanches portan lanzas, provistas de un regatón de hierro en la punta, que utilizan para dar saltos de alegría en la tierra del Campo de la Ceremonia. De esta manera el pueblo de Güímar imaginó desde hace siglos el vestuario de los guanches. Sin pretender ser una pieza de investigación arqueológica, la zalea y la lanza con regatón son algunos de los elementos más tradicionales y antiguos de las fiestas de El Socorro, muy presentes en el ideario colectivo de Güímar. Fue muy importante en la confección de las zaleas tradicionales Doña Servanda Rosa Reverón, quien durante gran parte de su vida realizó este proceso y lo transmitió a generaciones posteriores. Desde hace algunos años también, junto a las zaleas de vellones de oveja, ha aparecido otra indumentaria que intenta dar una visión más arqueológica de la vestimenta guanche. 


La imagen puede contener: una o varias personas, cielo y exterior



La Ceremonia sigue el relato de uno de los primeros cronistas de la Virgen, Fray Alonso de Espinosa. De su libro: Historia de Nuestra Señora de Candelaria, editado en Sevilla en 1594, extraemos unas palabras que sirven de introducción a la Ceremonia y nos sitúan, a pesar de los siglos, en el lugar real de la aparición en Güímar. 

"Apareció en un lugar desierto y muy seco, a la orilla de la mar, junto a una playa de arena que tendrá media legua de largo, a la boca de un barranco, sobre una piedra, donde, por memoria de este aparecimiento, pusieron después los cristianos una cruz que hoy está en pie, y poco más adelante fundaron una pequeña ermita que llamaron de El Socorro. El como fue descubierta y apareció fue así: yendo dos naturales por aquella costa repastando su ganado, habiendo de pasar por aquella playa, llegando el ganado, que por los playa iba derramando, a la boca del barranco, se espantó y, no queriendo pasar, remolinaba". 

El espectador que asiste a la Ceremonia de los Guanches de la Virgen de El Socorro, ve como casi en secreto la imagen es depositada en el humilladero de la Cruz de Tea. Momentos antes ha salido de su ermita, sin repiques, voladores, o cualquier otro aviso. Para mantener este sigilo la imagen ha sido conducida por su mayordomo y alguno fieles por las calles traseras hasta el Campo de la Ceremonia declarado Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Canarias. 




Por la boca del barranquillo cercano aparece un rebaño de cabras, conducidas por dos cabreros guanches. Éstos llevan a abrevar su ganado al Pozo Salobre, que aún hoy en día se halla en la Playa de Chimisay. Las cabras se detienen, arremolinándose a la boca del barranco. Los cabreros se dan cuenta de que en la playa, una figura de mujer con un niño en brazos, asusta e impide pasar a las cabras. Intenta apartarla, haciendo gestos y aspavientos, porque según su ley, no podrían dirigir palabra ninguna a mujer en descampado, bajo pena de muerte. 

Al no apartarse la mujer, uno de los cabreros coge una piedra amagando con tirársela, pero la piedra se queda pegada a su mano. 

El otro pastor, provisto de una tabona, o cuchillo de obsidiana, pretende entonces cortar a la imagen, siendo él mismo herido en sus dedos. Asustados los cabreros por lo que acaban de experimentar, deciden dirigirse a la Cueva de Chinguaro, residencia invernal del Mencey, a quien explican lo ocurrido.

El Mencey de Güímar se dirige a la Playa de Chimisay, acompañado por el pueblo guanche, para examinar él mismo lo acontecido y la imagen aparecida.

En ese momento en la representación tiene lugar el "reconocimiento" por el cual el Mencey identifica el carácter divino de la imagen, se arrodilla e incluso puede llegar a santiguarse. 

A continuación recomienda a los cabreros que también reconozcan que la imagen es sagrada, éstos quedan curados. El resto del pueblo guanche, que asiste a los acontecimientos, también se arrodilla.

Una vez curados los cabreros de sus lesiones, estalla el júbilo de la comunidad. Los guanches saltan ayudados de sus lanzas como muestra de júbilo por el hallazgo de la Virgen y la curación de los cabreros.
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El mencey y los cabreros representan el milagro que dio nombre a la imagen. En este episodio de la historia de Güímar el mencey decide cargar él sólo a la Virgen, pero ésta comienza a pesar, de manera que debe pedir Socorro siendo ayudado por los nobles de su reino. No obstante la imagen sigue pesando demasiado y hasta en dos ocasiones pide nuevamente Socorro, de manera que todo el pueblo guanche participa en cargar la imagen. 

La representación de este hecho se realiza en la denominada Cuesta de El Socorro, lugar donde la tradición mantiene que sucedió. En lo alto está la Capilla de El Socorro, a donde es conducida la imagen y de donde sale entronizada en sus andas, para dirigirse en procesión a la ermita principal. 

La imagen puede contener: 2 personas



Texto extraído del documento entregado a los asistentes a la Ceremonia de los Guanches de la Virgen de El Socorro 2017 en Güímar, Tenerife. 

Autor del Texto: Javier Eloy Campos Torres. 

Fotos: Gabriel Benítez Pérez. 



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