La primera de las citas musicales tendrá lugar el jueves, a las 20:00 horas, en la catedral de La Laguna, donde la Sinfónica interpretará, además de la popular obra de Fauré, Cantique de Jean Racine de este autor y el Requiem de Giacomo Puccini, programa que contará con Sviatoslav Belonogov como solista de viola. Este mismo repertorio se trasladará el sábado día 7, a partir de las 20:00 horas, a la iglesia de San Pedro Apóstol de Güímar. Ambos conciertos son con entrada libre hasta completar aforo.
Considerada su obra más célebre, el Requiem de Gabriel Fauré (1845-1924) no sigue la tradición decimonónica de la misa de difuntos –como la concibieron Berlioz y Verdi– y se aleja de todo elemento dramático para abordar la muerte como una experiencia liberadora. “Fauré, que era un excepcional melodista, acababa de perder a sus padres cuando compone su Requiem. Se trata de una visión optimista y reflexiva del más allá a través de la fe, el amor y la esperanza”, subraya Víctor Pablo Pérez.
El ítalo-norteamericano Gian Carlo Menotti (1911-2007) compuso Two Spanish Visions por encargo de las Carmelitas Descalzas, con motivo del cuarto centenario del fallecimiento de Santa Teresa de Jesús. Está integrada por “dos bellas cantatas” para soprano, barítono y coro sobre los textos de la santa abulense y de San Juan de la Cruz. “Se trata, sin lugar a dudas, de dos pequeñas obras maestras”, aprecia el maestro, actual director de la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (ORCAM). En ambas partituras, el compositor aporta un gran lirismo y sentido dramático a los versos de los místicos. “El tratamiento de los textos es modélico –añade–. En concreto, la cantata Muero porque no muero consigue un maravilloso éxtasis muy acorde con el arrebatado texto de la Santa”.
De Giacomo Puccini (1858-1924) se ha escogido para el programa que se interpretará en La Laguna y Güímar el Requiem, “una de sus obras más infrecuentes” en las salas de concierto. Se trata de una partitura que revela el talento compositivo de su autor, además de su destreza melódica: “El metodismo Pucciniano se desarrolla en toda su plenitud y sencillez”. Escrita originalmente para coro, viola y órgano, “en esta ocasión será interpretada en una versión de Petrof para coro, viola y cuerdas”, matiza Víctor Pablo Pérez.