Ha animado a los sacerdotes a «no instalarnos», a continuar siendo «mediadores de la vida de Dios» y «estar cercanos a las ovejas», también de aquellas que «no forman parte del día a día de nuestros ambientes eclesiásticos». Para el pastor de la diócesis ello «no supone ninguna heroicidad», sino que forma parte del propio ministerio sacerdotal: «Nuestra vida es un regalo –ha reiterado en varias ocasiones–, siempre tiene que ser un don para los demás». Por ello, ha concluido su alocución invitado al clero burgalés a «ser el sabrosísimo gusto de Dios».
Arzobispo, don Fidel Herráez Vegas.
Fuente: Archidiócesis de Burgos.
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