Queridos feligreses y vecinos de Toscal-Longuera:
La Comunidad Parroquial de Ntra. Sra. de Guadalupe, lleva dedicando tiempo y energía a lo largo de estos años a las personas, de una manera especial, a los escogidos de Dios: los pobres y los enfermos. Prueba de ello fue la inmediata creación en septiembre de 2009, de los grupos de Visitadores de Enfermos y de Cáritas. Pero debemos seguir avanzando, para aprender a mancharnos las manos, aportar sabor y dulzura a nuestro Barrio Toscal-Longuera, como lo hace la Virgen María en las Bodas de Caná, tal y como refleja el mosaico de Rupnik, en la portada del programa de nuestro X Mes Socio-Religioso. Ella no se quedó indiferente ni ayer, ni tampoco hoy, en este siglo XXI convulso que ha eclipsado a Dios. Ella como Madre, es decidida, primerea el amor de Dios. Ella vela por cada uno de nosotros y nos empuja a curar las heridas de sus hijos creyentes o incrédulos. Ella es Madre y muestra su verdadero socorro y amor a todos sin distinción. El Socorro y Amor de la Virgen María tiene un nombre especial: Jesucristo, su divino Hijo.
El auténtico creyente, enamorado profundamente de Jesucristo, independientemente de la edad, sale de sí mismo, no le gusta la comodidad, no le gusta la indiferencia, la injusticia, ni la vida tranquila y no ahorra energías, sino que trabaja para los demás, especialmente por los débiles, los vagabundos, los ancianos en soledad, abandonándose a la fidelidad de Dios. No está interesado en buscar un buen cuerpo, o que todos le halaguen, ni le interesan puestos y seguridades mundanas, está deseoso de que todos y cada uno de los vecinos y vecinas de nuestro barrio, vivan como una verdadera familia, y puedan gozar de la felicidad de llevar a Cristo en su corazón.
Es Dios y no cada uno de nosotros, hombres y mujeres, frágiles, quien ha tomado la iniciativa a lo largo de nuestra vida y de nuestras acciones pastorales, y el que ha ido madurando y renovando nuestro seguimiento y nuestra perseverancia en la Gracia. Cada año nos susurra al oído de nuestro corazón, que debemos remar mar adentro y confiar en él. Toda semilla que se planta con fe y amor, Él la hace germinar. Pero este seguimiento debe estar siempre sostenido por el Señor que nos amó primero, nos llamó después y no se cansa de invitarnos a mantener viva cada día la fe, y la verdadera entrega de intimidad profunda y comunitaria con Él, en medio de las dificultades que podamos encontrar en el hogar, en el trabajo, en la convivencia, etc.
Desde aquí quiero dar las gracias a Dios por cada una de las personas, que en nuestro barrio Toscal-Longuera, responden cada día, con fuerza e ilusión a la llamada hecha desde el amor de Dios, y que nos anima a salir a las periferias existenciales y geográficas a curar muchas heridas a imitación de la Virgen María.
Gabriel Benítez Pérez
Cura-párroco.
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