En este sentido Cáritas, con su pastor al frente, debe ayudar a que la Iglesia sea una Iglesia
pobre y para los pobres, siendo él, el primero en dar testimonio con su vida y predicación, haciendo posible que la misma Iglesia no caiga en la tentación de acumular riquezas y sea signo de credibilidad de los valores del Reino. El trabajo de Cáritas, cuando se dirige hacia el interior de la Iglesia, ayuda a la conversión de los creyentes y hace presente, en el seno de la comunidad, a los pobres como lugar teológico de la presencia de Dios.
Así, la tarea de Cáritas tiene un quehacer que no estamos demasiado acostumbrados a
descubrir: hacer a la Iglesia más pobre. Y no porque la pobreza sea un bien en sí misma,
sino porque el único lugar para evangelizar y salvar al pobre, es desde la pobreza. Hay que
aceptar el desafío de pensar y organizarse desde Jesús y desde los pobres y excluidos de
nuestro mundo.
Cáritas Española.
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