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lunes, 15 de julio de 2019

«La catequesis está en crisis y es necesario adaptarla al momento actual”»

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Puri Gallardo Pachón pertenece a la unidad parroquial integrada por Castañares, La Ventilla y El Salvador, donde desarrolla su actividad como catequista de niños de primera comunión.

Puri Gallardo Pachón nació en Tudela (Navarra), pero lleva viviendo en Burgos 30 años. Casada y con una hija, cursó estudios de Magisterio pero trabaja como comercial especializada en una empresa de Burgos. Pertenece a la unidad parroquial integrada por Castañares, La Ventilla y El Salvador, donde desarrolla su actividad como catequista de niños de primera comunión. Además, pertenece a los grupos de Biblia y Liturgia de su parroquia y también es miembro del Consejo Pastoral Diocesano y de la Comisión Permanente del Consejo Arciprestal de Gamonal.

De todas sus actividades en la Iglesia, en la que se siente más realizada es en su faceta de catequista, «porque la catequesis es una vocación, es una misión que tenemos la obligación de cumplir», argumenta. «Para mí es muy importante enseñar el Evangelio a los niños, presentarles a Jesús y hacerles su amigo, esa es la gran misión del catequista y me siento muy bien en ello».

No obstante, reconoce que ser catequista no es fácil, «hay muchos momentos en los que el catequista lo puede pasar muy mal; en mi caso de las catequesis de primera comunión, veo muchas cosas que me duelen porque hay niños que parece que solo buscan el acto social que lleva consigo el sacramento, pero nada más, y únicamente parecen pendientes de la parafernalia de regalos y convites que las familias organizan con motivo de la comunión de sus hijos. Es muy triste para el catequista ver a niños que no han ido nunca a misa con sus padres y que, aunque vienen este año, lo afrontan como un requisito, pero sin voluntad de volver a la parroquia el próximo curso».

De hecho, «en torno al cincuenta por ciento no regresa a la parroquia, muchas veces menos, y eso es un grave problema que debe hacernos buscar soluciones urgentes, alternativas en nuestras parroquias para que se sientan atraídos para continuar y su es preciso deberemos unirnos unas parroquias con otras para programar actividades. Además, necesitamos más catequistas. Este es el panorama».

Frente a esas situaciones, Puri considera necesario que el catequista esté preparado para superarlo, aunque piensa que «el catequista está hecho de una pasta especial para saber encajar las dificultades, que son muchas». «Es necesaria una formación permanente», añade, «pero sobre todo la oración para salir de estas situaciones, llevar a Jesús dentro y sentir su fuerza es fundamental, porque nos dará seguridad y sobre todo alegría. El catequista debe ser alegre, sin trasmitir alegría no podemos conseguir nada».

Existe, en su opinión, «crisis de todo, de catequistas y de la catequesis como estructura». Puri relata que estuvo en un congreso internacional de catequistas que se celebró en Roma y en el que se palpó una realidad muy compleja, «donde la conclusión fue que necesitamos afrontar una nueva evangelización, lo que requiere estar bien preparados y tener las ideas muy claras. El mensaje del Evangelio es el mismo pero los tiempos han cambiado y debemos saber trasmitirlo. El papa nos pide creatividad y sobre todo alegría para trasmitir el evangelio en estos tiempos de crisis en la Iglesia».

Necesitamos un lenguaje nuevo con los niños, un lenguaje claro, directo, atractivo, adaptado a los nuevos tiempos.

Cada año, constata, cuando acaba la catequesis en las parroquias, siempre hay dos o tres catequistas que deciden no continuar «porque no están dispuestos a seguir pasándolo mal o ven muchas dificultades». En su unidad parroquial llevan varios años con un modelo de catequesis en el que alternan una semana los catequistas y otra los padres. Esa fórmula funciona, cuenta, «porque supone implicar a los padres en la catequesis, lo que me parece muy importante, aunque también hay que pedirles implicación en cuanto a su formación, no vale solo con la buena voluntad y disposición, es necesario que los padres se comprometan en su propia formación, que la parroquia les ofrece, para poder trasmitir el Evangelio a sus hijos», recalca.

Puri es partidaria de que la catequesis se imparta en domingo, «que es el momento importante de la semana para los cristianos y además es también importante que la catequesis vaya acompañada de la Eucaristía, porque refuerza lo que hemos enseñado a los niños. Está comprobado que un buen número de niños que van a catequesis en días de diario luego faltan a misa los domingos. Además, para los catequistas también es mejor la catequesis en domingo, porque durante la semana tienen otras obligaciones y es difícil compaginarlas.

En cuanto a los cambios que sugiere, le parece evidente que «necesitamos un lenguaje nuevo con los niños, un lenguaje claro, directo, atractivo, adaptado a los nuevos tiempos. Y también es necesario un compromiso mayor de los laicos con la catequesis, en su preparación y disposición para esta tarea de evangelización que es fundamental en las parroquias. El objetivo es claro, debemos conseguir que el niño salga alegre de la catequesis, que sienta ganas de volver, que seamos capaces de presentar a Jesús en clave optimista, para hacerle la vida feliz. Esa es nuestra misión como catequistas y está claro que hay mucho que mejorar».

Partiendo de la base de que la catequesis no es una clase de religión, considera que «la clase de religión sí puede ser parecida a una catequesis y supone una ocasión muy buena para la formación cristiana a los jóvenes. Por eso es importantísimo tener buenos profesores de religión, que no impartan la asignatura por obligación sino por vocación. Y que tanto los responsables de la educación como los padres entiendan que tan importante como las matemáticas o el inglés también lo es la religión».

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