
Dios Padre, que con el ejemplo de tu Hijo nos enseñas que no hay verdadero amor sin la entrega generosa de la propia vida, ayuda a aquellos que se preparan en nuestro seminario a ser pastores según tu corazón, cercanos a ti, y cercanos a los hombres nuestros hermanos. Que sean en medio de nuestra sociedad tus ojos y tus manos, para ver, curar y acompañar a tantos que quedan heridos en el camino. Que no falten en tu Iglesia jóvenes dispuestos a servirte según tu voluntad, que con su vida y su palabra muestren a los demás tu amor misericordioso. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
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