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domingo, 22 de marzo de 2020

LAUDES Y VÍSPERAS DOMINGO 22 MARZO 2020

Resultado de imagen de DIBUJOS DE FANO DOMINGO IV CUARESMA

ORACIÓN DE LA MAÑANA. LAUDES DESDE CASA. 

Invocación

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Este es el día del Señor.

Este es el tiempo de la misericordia.
Delante de tus ojos
ya no enrojeceremos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.
En medio de las gentes
nos guardas como un resto
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.
Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.
¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor que es justo
revoca sus decretos.
La salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo.


Salmodia

Antífona 1: Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo.
Salmo 117
Himno de acción de gracias después de la victoria
Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.


Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.



Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.



Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.



En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.



El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.



Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.



Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;



me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.



Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»



No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.



Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.



—Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.



—Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.



La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.



Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.



—Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina.



—Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.



Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.



Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.


SE DICE GLORIA....

Antífona 2: Capaz eres, Señor, de liberarnos de la mano del poderoso; líbranos, Señor, Dios nuestro.
Dn 3,52-57
Que la creación entera alabe al Señor
¡Bendito el Creador por siempre! (Rm 1,25)
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.


Bendito tu nombre, santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.



Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.



Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.



Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.



Bendito eres en la bóveda del cielo;
a ti honor y alabanza por los siglos.


Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,

ensalzadlo con himnos por los siglos.

SE DICE GLORIA....

Antífona 3: Alabad al Señor por sus obras magníficas.
Salmo 150
Alabad al Señor
Salmodiad con el espíritu, salmodiad con toda vuestra mente, es decir, glorificad a Dios con el cuerpo y con el alma. (Hesiquio)
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.


Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.



Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,



alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,



alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.


Todo ser que alienta alabe al Señor.

SE DICE GLORIA....


Lectura Breve

Cf. Ne 8, 9. 10
Este día está consagrado al Señor, vuestro Dios; no hagáis duelo ni lloréis. No estéis
tristes: la alegría del Señor es vuestra fortaleza.

Responsorio Breve

V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que fuiste triturado por nuestros crímenes.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

Canto Evangélico

Antifona: Jamás se oyó decir que nadie, a no ser Cristo, el Hijo de Dios, abriera los ojos a un

ciego de nacimiento.


Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.


Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.



Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.



Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.



Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Preces

Glorifiquemos a Dios, cuya bondad es infinita, y elevemos a él nuestra oración por medio
de Jesucristo, que está siempre vivo para interceder en favor nuestro; digámosle:
Enciende, Señor, en nosotros la llama de tu amor.
Dios de misericordia, haz que hoy nos entreguemos generosamente a las obras de amor al
prójimo,
— para que tu misericordia, a través de nosotros, llegue a todos los hombres.
Tú que en el arca salvaste a Noé de las aguas del diluvio,
— salva por el agua del bautismo a los catecúmenos.
Concédenos vivir no sólo de pan,
— sino de toda palabra que sale de tu boca.
Haz que, con tu ayuda, venzamos toda disensión,
— y podamos gozarnos en el don de tu paz y de tu amor.

Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Invoquemos a Dios Padre con la oración que nos enseñó Jesús: Padre nuestro.

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.

Oración

Oremos:
Señor Dios, que reconcilias contigo a los hombres por tu Palabra hecha carne, haz que el
pueblo cristiano se apresure, con fe viva y con entrega generosa, a celebrar las próximas
fiestas pascuales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.



VÍSPERAS DESDE CASA. ORACIÓN DE LA TARDE.


Invocación

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


HIMNO

¿Para qué los timbres de sangre y nobleza?

Nunca los blasones
fueron lenitivo para la tristeza
de nuestras pasiones.
¡No me des coronas, Señor, de grandeza!
¿Altivez? ¿Honores? Torres ilusorias
que el tiempo derrumba.
Es coronamiento de todas las glorias
un rincón de tumba.
¡No me des siquiera coronas mortuorias!
No pido el laurel que nimba al talento,
ni las voluptuosas
guirnaldas de lujo y alborozamiento.
¡Ni mirtos ni rosas!
¡No me des coronas que se lleva el viento!
Yo quiero la joya de penas divinas
que rasga las sienes.
Es para las almas que tú predestinas.
Sólo tú la tienes.
¡Si me das coronas, dámelas de espinas! Amén.


Salmodia

Antífona 1: Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos.
Salmo 109, 1-5.7
El Mesías, Rey y Sacerdote
Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. (1Co 15,25)
Oráculo del Señor a mi Señor:

«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.



SE DICE GLORIA....


Antífona 2: Dichoso el que se apiada en el Señor; jamás vacilará.
Salmo 111
Felicidad del justo
Caminad como hijos de la luz: toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz. (Ef 5,8-9)
Dichoso quien teme al Señor

y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.


SE DICE GLORIA....


Antífona 3: Dios cumplió de esta manera lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer.
Cf. Ap 19,1-2.5-7
Las bodas del Cordero
Aleluya.

La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya.

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya.

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya.

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya.



SE DICE GLORIA....

Lectura Breve

1 Co 9, 24-25
Los atletas que corren en el estadio corren todos, pero uno solo consigue el premio.

Corred como él, para conseguirlo. Todo atleta se impone moderación en todas sus cosas.
Ellos lo hacen para alcanzar una corona que se marchita; nosotros, una que no se ha de
marchitar jamás.

Responsorio Breve

V. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.

R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
V. Cristo, oye los ruegos de los que te suplicamos.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.

Canto Evangélico

Antifona: He lavado mis ojos, y ahora veo; y creo en ti, Señor.

Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Preces

Demos siempre gracias a Cristo, nuestra cabeza y nuestro maestro, que vino a servir y a

hacer el bien a todos, y digámosle humilde y confiadamente:
Atiende, Señor, a tu Iglesia.

Asiste, Señor, a los obispos y presbíteros de la Iglesia y haz que cumplan bien su misión
de ser instrumentos tuyos, cabeza y pastor de la Iglesia,
— para que por medio de ti conduzcan a todos los hombres al Padre.
Que tus ángeles sean compañeros de camino de los que están de viaje,
— para que se vean libres de todo peligro de cuerpo y de alma.
Enséñanos, Señor, a servir a todos los hombres,
— imitándote a ti, que viniste a servir y no a ser servido.
Haz que en toda comunidad humana reine un espíritu fraternal,
— para que, estando tú en medio de ella, sea como una plaza fuerte.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Sé misericordioso, Señor, con todos los difuntos,
— y admítelos a contemplar la luz de tu rostro.
Unidos fraternalmente, dirijamos al Padre nuestra oración común: Padre nuestro.

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.

Oración

Señor Dios, que reconcilias contigo a los hombres por tu Palabra hecha carne, haz que el

pueblo cristiano se apresure, con fe viva y con entrega generosa, a celebrar las próximas
fiestas pascuales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.

Conclusión


En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

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