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sábado, 21 de marzo de 2020

LAUDES Y VÍSPERAS SÁBADO 21 MARZO 2020

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OREMOS JUNTOS DESDE CASA Y EN COMUNIDAD.
ORACIÓN DE LA MAÑANA. LAUDES. 

Invocación

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


HIMNO

Dame tu mano, María,

la de las tocas moradas;
clávame tus siete espadas
en esta carne baldía.
Quiero ir contigo en la impía
tarde negra y amarilla.
Aquí, en mi torpe mejilla,
quiero ver si se retrata
esa lividez de plata,
esa lágrima que brilla.
Déjame que te restañe
ese llanto cristalino
y a la vera del camino
permite que te acompañe.
Deja que en lágrimas bañe
la orla negra de tu manto
a los pies del árbol santo,
donde tu fruto se mustia.
Capitana de la angustia:
no quiero que sufras tanto.
Qué lejos, Madre, la cuna
y tus gozos de Belén:
"No, mi Niño, no. No hay quien
de mis brazos te desuna".
Y rayos tibios de luna,
entre las pajas de miel,
le acariciaban la piel
sin despertarle. ¡Qué larga
es la distancia y qué amarga
de Jesús muerto a Emmanuel! Amén.


Salmodia

Antífona 1: Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables.
Salmo 118, 145-152
XIX (Coph)
Te invoco de todo corazón:

respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.

Mis ojos se adelantan a las vigilias,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.

Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.

SE FINALIZA Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Antífona 2: Mándame tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos.
Sb 9,1-6.9-11
Dame, Señor, la sabiduría
Os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente… ningún adversario vuestro. (Lc 21,15)
Dios de los padres y Señor de la misericordia,

que con tu palabra hiciste todas las cosas,
y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus criaturas,
y para regir el mundo con santidad y justicia,
y para administrar justicia con rectitud de corazón.

Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.

Pues, aunque uno sea perfecto
entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.

Contigo está la sabiduría, conocedora de tus obras,
que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.

Mándala de tus santos cielos,
y de tu trono de gloria envíala,
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.

Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.

SE FINALIZA Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Antífona 3: La fidelidad del Señor dura por siempre.
Salmo 116
Invitación universal a la alabanza divina
Los gentiles alaban a Dios por su misericordia (cf. Rm 15,9).

Alabad al Señor, todas las naciones,

aclamadlo, todos los pueblos.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

SE FINALIZA Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Lectura Breve

Is 1, 16-18
“Lavaos, purifícaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal,

aprended a obrar bien; buscad lo que es justo, haced justicia al oprimido, defended al
huérfano, proteged a la viuda, Entonces, venid, y litigaremos —dice el Señor—. Aunque vuestros pecados sean como la grana, blanquearán como la nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán blancos como lana.”

Responsorio Breve

España:

V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Me cubrirá con sus plumas.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.

Canto Evangélico

Antifona: El publicano, quedándose a cierta distancia, no se atrevía ni siquiera a levantar los

ojos al cielo; y se daba golpes de pecho, mientras decía: “¡Dios mío, ten compasión de mí,
que soy un pecador!”.



Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Preces

Glorifiquemos a Cristo, que para hacer de nosotros criaturas nuevas ha instituido el baño

del bautismo y nos alimenta con su palabra y su carne, y supliquémosle, diciendo:
Renuévanos con tu gracia, Señor.
Señor Jesús, tú que eres manso y humilde de corazón, danos entrañas de misericordia,
bondad y humildad,
— y danos comprensión para con todos.
Que sepamos ayudar a los necesitados y consolar a los que sufren,
— para imitarte a ti, el buen Samaritano.
Que María, la Virgen Madre, interceda por las vírgenes que se han consagrado a tu
servicio,
— para que vivan su virginidad con un gran amor hacia ti, en bien de la Iglesia.
Concédenos la abundancia de tu misericordia,
— y perdona la multitud de nuestros pecados y el castigo que por ellos merecemos.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó y pidamos al Padre que nos libre del mal:
Padre nuestro.

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.

Oración

Oremos:
Llenos de alegría, al celebrar un año más la Cuaresma, te pedimos, Señor, vivir los

sacramentos pascuales, y sentir en nosotros el gozo de su eficacia. Por Jesucristo nuestro
Señor.

Amén.

Conclusión

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

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ORACIÓN DE LA TARDE. VÍSPERAS.

Invocación

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


HIMNO

¿Para qué los timbres de sangre y nobleza?
Nunca los blasones
fueron lenitivo para la tristeza
de nuestras pasiones.
¡No me des coronas, Señor, de grandeza!
¿Altivez? ¿Honores? Torres ilusorias
que el tiempo derrumba.
Es coronamiento de todas las glorias
un rincón de tumba.
¡No me des siquiera coronas mortuorias!
No pido el laurel que nimba al talento,
ni las voluptuosas
guirnaldas de lujo y alborozamiento.
¡Ni mirtos ni rosas!
¡No me des coronas que se lleva el viento!
Yo quiero la joya de penas divinas
que rasga las sienes.
Es para las almas que tú predestinas.
Sólo tú la tienes.
¡Si me das coronas, dámelas de espinas! Amén.


Salmodia

Antífona 1: Vamos alegres a la casa del Señor.
Salmo 121
La ciudad santa de Jerusalén
Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo. (Hb 12,22)
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.


SE FINALIZA Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Antífona 2: Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.
Salmo 129
Desde lo hondo a ti grito, Señor
Él salvará a su pueblo de los pecados. (Mt 1,21)
Desde los hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela a la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela a la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.



SE FINALIZA Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Dios, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo.
Flp 2,6-11
Cristo, siervo de Dios, en su misterio pascual
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.


SE FINALIZA Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Lectura Breve

2 Co 6, 1-4a
Os exhortamos a que deis pruebas de no haber recibido en vano la gracia de Dios, pues
dice él en la Escritura: “En el tiempo propicio te escuché, y te ayudé en el día de
salvación.” Ahora es el tiempo propicio, ahora es el día de salvación. A nadie queremos dar
nunca motivo de escándalo, a fin de no hacer caer en descrédito nuestro ministerio, antes
al contrario, queremos acreditarnos siempre en todo como verdaderos servidores de Dios.

Responsorio Breve

V. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
V. Cristo, oye los ruegos de los que te suplicamos.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.

Canto Evangélico

Antifona: En otro tiempo erais tinieblas; ahora sois luz en el Señor.
Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Preces

Bendigamos al Señor, solícito y providente para con todos los hombres, e invoquémosle,
diciendo:
Salva, Señor, a los que has redimido.

Señor, fuente de todo bien y origen de toda verdad, llena con tus dones a todos los
obispos,
— y conserva en la doctrina de los apóstoles a los fieles que les han sido confiados.
Que aquellos que se nutren con el mismo pan de vida vivan unidos en la caridad,
— para que todos seamos uno en el cuerpo de tu Hijo.
Que nos despojemos de nuestra vieja condición humana y de sus obras,
— y nos renovemos a imagen de Cristo, tu Hijo.
Concede a tu pueblo que por la penitencia obtenga el perdón de sus pecados,
— y tenga parte en los méritos de Jesucristo.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Haz que nuestros hermanos difuntos puedan alabarte eternamente en el cielo,
— y que nosotros esperemos confiadamente unirnos a ellos en tu reino.
Pidamos a nuestro Padre, con las palabras que Cristo nos enseñó, que nos dé la fuerza
que necesitamos para no caer en la tentación: Padre nuestro.

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.

Oración

Oremos:
Señor Dios, que reconcilias contigo a los hombres por tu Palabra hecha carne, haz que el
pueblo cristiano se apresure, con fe viva y con entrega generosa, a celebrar las próximas
fiestas pascuales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.

Conclusión

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

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