«Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor está contigo…»
Un año más podemos celebrar este mes de María y ¡qué mejor que profundizar en una oración que hemos rezado cientos de veces: el Avemaría! Vamos a ir descubriendo su belleza y entrando de corazón en un diálogo íntimo con nuestra Madre. Es una oración de madre e hijo y, de Madre e Hijo porque nadie mejor que Ella nos conduce a Jesús.
a) Dios te salve María: empezamos la oración saludándola. Recordando estas palabras que el arcángel san Gabriel le dijo en la Anunciación. María, entonces «Al oír estas palabras quedó desconcertada» ( Lc, 1, 29), pero también sintió una inmensa alegría que manifestaría luego, con el Magnificat. Esa misma alegría que sintió entonces la siente cada vez que le decimos estas palabras. ¿Has pensado lo feliz que la haces dedicándole un tiempo, un pensamiento, un saludo tan afectuoso?
b) Llena eres de gracia.Y después de la Anunciación y del sí de María se produce la Encarnación, Dios hecho carne. Entra en la historia, la vida del Hijo de Dios quedará entrelazada a la de Su Madre. Así, después de la visita del ángel, empieza a forjarse dos vidas en una, para llevar a término toda la historia de la salvación predicho desde antiguo, mediante la relación humana más perfecta de toda la historia: la de Jesús con su Madre. María lleva en su vientre a la Santísima Trinidad. María es el primer sagrario, ¿lo habías pensado?
Como tal, tiene total poder de intercesión ante Su Hijo. Qué amor, qué sintonía de corazones existe entre ellos. Jesús no le niega nada a Su Madre. No porque no pueda o no quiera, sino porque todo lo que pide Ella a Su Hijo es bueno, es para nuestra salvación, para nuestra santificación. Aprovechemos esta “ventaja”.
Como llena de gracia que es Nuestra Madre, pidámosle que vayamos recibiendo, al ritmo que Dios quiera, esa gracia que la inundó a Ella desde su concepción. La gracia de recibir la gracia.
c) Solo recibiendo la gracia y actuando conforme a ella, las personas que nos rodean podrán decir al vernos las palabras del Arcángel: el Señor está contigo. Queremos que se pueda decir eso de nosotros. No para crecernos, sino para amar más, como Ella lo hizo y sigue haciendo.
Pablo Navarro
Fuente: jóvenes católicos.
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