FUENTE DE LA FOTO: Real Monasterio de Guadalupe
FUENTE DEL TEXTO: ARCHIDIÓCESIS DE TOLEDO.
Escrito dominical, el 12 de julio.
El próximo día 2 de agosto tendré la dicha de abrir la Puerta Santa que inaugura el Año Jubilar
Guadalupense, junto con mis hermanos obispos de las otras diócesis extremeñas. Comienza un año
de gracia y misericordia de las manos de Ntra. Sra. de Guadalupe, la Morenita de Extremadura.
Desde mi ordenación episcopal quise que en mi escudo estuviera presente la Virgen de
Guadalupe. La providencia de Dios, a través del Papa Francisco, ha hecho que aquella a quien
siempre he reconocido como mi Madre, ahora quiera que la sirva como sucesor de san Ildefonso,
por eso hago mías sus palabras, quiero ser «esclavo de la esclava del Señor», y doy gracias a Dios
por poder comenzar mi ministerio entre vosotros con este Año Jubilar. Desde aquí quiero animaros
a todos los diocesanos a peregrinar y a visitar el «hogar de María» y así sentir el toque de la gracia
y del amor materno que Ella nos regala desde el Corazón de su Hijo Jesucristo.
A vosotros, queridos jóvenes, os invito a caminar por los senderos extremeños hacia Guadalupe.
En la ruta siempre os acompañará Santa María. Ella os ayudará a meditar la Palabra de Dios, a
recibir el perdón jubilar y sanar las heridas que tantas veces nos dejan los pecados. Peregrinar a
Guadalupe será en vuestra vida un acontecimiento inolvidable en el que tendréis la oportunidad de
encontraros con Jesucristo y con su Madre, junto con toda la Iglesia que también camina al
santuario de Nuestra Señora.
A vosotras, queridas familias, también os invito a peregrinar. Qué hermoso será veros a toda la
familia por los caminos de Toledo y Extremadura, como una familia unida que pone todas sus
ilusiones, esperanzas y proyectos a los pies de Nuestra Madre. Ella os acogerá como «algo propio»
en su casa, y preparará la mesa de la Eucaristía para que toda la familia, sentada alrededor del altar,
pueda disfrutar del vino nuevo que es el amor del Corazón de Cristo.
También a vosotros, laicos comprometidos, os animo a visitar Guadalupe. Allí encontraréis una
ocasión para renovar vuestras ilusiones y compromisos, poniendo todos los proyectos en manos de
Nuestra Madre. Os propongo que programéis algunos de vuestros encuentros anuales en el
santuario y así podáis gozar de la acogida, de la espiritualidad mariana y de las gracias que este Año
Jubilar va a derramar en cada uno de vosotros.
Una invitación muy especial quiero hacer a todos los diocesanos que forman parte de las
hermandades y cofradías, expresando su amor al Señor y a la Virgen mediante la religiosidad
popular, alma de los pueblos, como nos dijo Benedicto XVI en América Latina. Vuestras
instituciones encarnan la fe y el amor al Señor con gestos sencillos que, a lo largo de la historia, han
creado caminos de peregrinación, posibilitando momentos de encuentro con Jesucristo, de
conversión y de sanación. Las hermandades son espacios en los que sus miembros pueden vivir con
naturalidad y sencillez los misterios más profundos de nuestra fe. Así surgió la devoción a Ntra.
Señora de Guadalupe. Es así como La Virgen María está presente en América Latina y en tantos
lugares de España. Por ello, mi invitación a peregrinar no quiere terminar sólo en el santuario de
Guadalupe, sino que quiere también alentaros a que seáis más conscientes del tesoro que tan
cuidadosamente conserváis en vuestras hermandades. ¡Cuánto deseo acompañaros y cruzar la
Puerta Santa junto con vosotros! Dios quiera concederme esta gracia jubilar especial.
Y, por último, a todos los diocesanos os animo con todas mis fuerzas a venir a este lugar tan
especial, tocado por la mano de la santísima Virgen. Ella nos espera aquí. Estoy convencido que
ninguno de vosotros seréis los mismos una vez que, cruzada la Puerta Santa, os hayáis dejado tocar
por la perdonanza y por la misericordia. En este lugar vuestras vidas pondrán rumbo a la alegría y
a la felicidad que nos trae el habernos encontrado con María, como el discípulo Juan, que «desde
aquella hora la acogió en su casa». ¡Ánimo! Hermanos: pongamos rumbo a Guadalupe.
Francisco Cerro Chaves
Arzobispo de Toledo y Primado de España
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