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jueves, 30 de julio de 2020

JUBILEO GUADALUPENSE

Sin tiempo para comer | Real Monasterio de Guadalupe

FUENTE DE LA FOTO:  Real Monasterio de Guadalupe

FUENTE DEL TEXTO: ARCHIDIÓCESIS DE TOLEDO. 

Escrito dominical, el 12 de julio.

 El próximo día 2 de agosto tendré la dicha de abrir la Puerta Santa que inaugura el Año Jubilar Guadalupense, junto con mis hermanos obispos de las otras diócesis extremeñas. Comienza un año de gracia y misericordia de las manos de Ntra. Sra. de Guadalupe, la Morenita de Extremadura. Desde mi ordenación episcopal quise que en mi escudo estuviera presente la Virgen de Guadalupe. La providencia de Dios, a través del Papa Francisco, ha hecho que aquella a quien siempre he reconocido como mi Madre, ahora quiera que la sirva como sucesor de san Ildefonso, por eso hago mías sus palabras, quiero ser «esclavo de la esclava del Señor», y doy gracias a Dios por poder comenzar mi ministerio entre vosotros con este Año Jubilar. Desde aquí quiero animaros a todos los diocesanos a peregrinar y a visitar el «hogar de María» y así sentir el toque de la gracia y del amor materno que Ella nos regala desde el Corazón de su Hijo Jesucristo. A vosotros, queridos jóvenes, os invito a caminar por los senderos extremeños hacia Guadalupe. En la ruta siempre os acompañará Santa María. Ella os ayudará a meditar la Palabra de Dios, a recibir el perdón jubilar y sanar las heridas que tantas veces nos dejan los pecados. Peregrinar a Guadalupe será en vuestra vida un acontecimiento inolvidable en el que tendréis la oportunidad de encontraros con Jesucristo y con su Madre, junto con toda la Iglesia que también camina al santuario de Nuestra Señora. A vosotras, queridas familias, también os invito a peregrinar. Qué hermoso será veros a toda la familia por los caminos de Toledo y Extremadura, como una familia unida que pone todas sus ilusiones, esperanzas y proyectos a los pies de Nuestra Madre. Ella os acogerá como «algo propio» en su casa, y preparará la mesa de la Eucaristía para que toda la familia, sentada alrededor del altar, pueda disfrutar del vino nuevo que es el amor del Corazón de Cristo. También a vosotros, laicos comprometidos, os animo a visitar Guadalupe. Allí encontraréis una ocasión para renovar vuestras ilusiones y compromisos, poniendo todos los proyectos en manos de Nuestra Madre. Os propongo que programéis algunos de vuestros encuentros anuales en el santuario y así podáis gozar de la acogida, de la espiritualidad mariana y de las gracias que este Año Jubilar va a derramar en cada uno de vosotros. Una invitación muy especial quiero hacer a todos los diocesanos que forman parte de las hermandades y cofradías, expresando su amor al Señor y a la Virgen mediante la religiosidad popular, alma de los pueblos, como nos dijo Benedicto XVI en América Latina. Vuestras instituciones encarnan la fe y el amor al Señor con gestos sencillos que, a lo largo de la historia, han creado caminos de peregrinación, posibilitando momentos de encuentro con Jesucristo, de conversión y de sanación. Las hermandades son espacios en los que sus miembros pueden vivir con naturalidad y sencillez los misterios más profundos de nuestra fe. Así surgió la devoción a Ntra. Señora de Guadalupe. Es así como La Virgen María está presente en América Latina y en tantos lugares de España. Por ello, mi invitación a peregrinar no quiere terminar sólo en el santuario de Guadalupe, sino que quiere también alentaros a que seáis más conscientes del tesoro que tan cuidadosamente conserváis en vuestras hermandades. ¡Cuánto deseo acompañaros y cruzar la Puerta Santa junto con vosotros! Dios quiera concederme esta gracia jubilar especial. Y, por último, a todos los diocesanos os animo con todas mis fuerzas a venir a este lugar tan especial, tocado por la mano de la santísima Virgen. Ella nos espera aquí. Estoy convencido que ninguno de vosotros seréis los mismos una vez que, cruzada la Puerta Santa, os hayáis dejado tocar por la perdonanza y por la misericordia. En este lugar vuestras vidas pondrán rumbo a la alegría y a la felicidad que nos trae el habernos encontrado con María, como el discípulo Juan, que «desde aquella hora la acogió en su casa». ¡Ánimo! Hermanos: pongamos rumbo a Guadalupe.  

Francisco Cerro Chaves Arzobispo de Toledo y Primado de España

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