Fuente: Catholic Link.
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«La Misión» es una película de 1986 que narra la historia de unos misioneros jesuitas entre los guaraníes, en el siglo XVIII. Ganadora de la Palma de Oro en Cannes, en 1995 fue considerada por el Vaticano como una de las mejores películas de la historia sobre religión. Hoy, casi 35 años después de su producción, sigue impactando por su historia, música y el poderoso mensaje que transmite.
Teniendo como telón de fondo el «Tratado de Madrid» de 1750, por el cual muchos territorios españoles en Sudamérica pasaron a la corona portuguesa, «La misión» narra el abnegado trabajo de evangelización y promoción humana que realizaron los misioneros españoles.
Así como los efectos de la política y codicia de los poderes civiles interesados solo en ganancia y poder, con lamentables consecuencias para la población nativa y su evangelización. ¡Es un clásico imperdible!
Luego de que vean el trailer, quisiera compartirles cinco reflexiones a las que llegué luego de volver a ver esta gran película.
1. Una de las mejores representaciones del perdón en una película
La conversión de Rodrigo Mendoza, luego de haber matado a su hermano, ofrece una preciosa y conmovedora catequesis sobre la penitencia y la libertad que ofrece el perdón.
Arrastrando el pesado fardo de su armadura e instrumentos de guerra, símbolo del odio y el daño realizado en su vida pasada, busca la redención como parte de la expedición misionera de los padres jesuitas. En una escena de hondo simbolismo es finalmente liberado de su carga y del peso que arrastra física y espiritualmente.
Quizás lo alcanza y acepta cuando ha comprendido que el perdón no se lo gana uno mismo, sino que se recibe gratuito de otro. Y entonces estalla en un llanto liberador y conmovedor, fundiéndose en un abrazo con aquellos a quienes había dañado.
2. El poder evangelizador de la música
Ennio Morricone, el genial compositor italiano, siempre consideró la música que creó para esta película uno de sus mayores logros. Escuchar la banda sonora de esta película, en particular el tema principal «El oboe de Gabriel», así como el «Ave María guaraní», es una experiencia de gozo y paz.
Acompaña de modo perfecto una idea que está particularmente presente en la película, que es el gran instrumento evangelizador que fue la música durante la evangelización del continente americano.
3. La vida heroica de los misioneros
Sin duda los misioneros españoles en los siglos XVI y XVII que evangelizaron el continente americano, escribieron algunas de las páginas más bellas en la historia del anuncio de la fe.
Abandonando su tierra natal, sabiendo que quizás nunca regresarían, enfrentando la muerte y las dificultades, entregaron su vida al servicio de estos pueblos que aún no conocían la fe.
Hay una escena muy especial en la que el padre Gabriel, quizás esperando ser martirizado como lo habían sido tantos misioneros antes que él, saca su oboe para entonar un canto y lograr un primer contacto con los indígenas, la escena es simplemente sobrecogedora.
Con dedos temblorosos, pensando en una muerte inminente mientras lo apuntan con flechas y lanzas, logra con esas notas transmitir el amor a Dios y al prójimo que lo llevan a esas tierras lejanas. La belleza y dulzura de su música calma el rechazo y abre la puerta para el encuentro de dos mundos.
4. El sentido de la oración
La escena final es realmente impactante. En medio del ataque de las fuerzas portuguesas a la misión, el padre Gabriel celebra la misa y saca en procesión el Santísimo Sacramento.
Desde una mirada puramente humana resulta una acción absurda. Desde los ojos de la fe, sin embargo, cobra todo el sentido del mundo. Dios vence sobre el mal y sobre la muerte, y su presencia en la Eucaristía, que evoca también el sacrificio del Señor en la cruz, nos recuerda precisamente eso.
Donde los ojos humanos solo ven fracaso, con Dios hay victoria. Como lo ha testimoniado cada mártir que con su sangre ha sido semilla de vida eterna y de nuevos cristianos.
5. Una mirada a la historia
Aunque sin duda ocurrió en más de una ocasión, en la película el papel que representa la jerarquía eclesiástica en este país, aliándose por presiones y cálculos políticos a los intereses de poder y económicos del reino portugués, no es representativo de lo que ocurrió siempre durante la evangelización de América Latina.
Basta recordar obispos como Santo Toribio de Mogrovejo, y tantos otros cuyo interés fue evangelizar y al mismo tiempo elevar las condiciones de vida de los pueblos indígenas y defenderlos de la codicia.
Aun así, «La Misión» resalta un aspecto hermoso de la labor de la Iglesia al servicio de los pueblos, con una conciencia clara del mensaje salvador a cuyo servicio se entrega y que llevó a tantos corazones generosos a darlo todo.
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