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miércoles, 4 de noviembre de 2020

Fratelli tutti: Las religiones, al servicio de la fraternidad 1/3

 


Las distintas religiones ofrecen un aporte valioso para la construcción de la fraternidad. Así lo desarrolla el papa Francisco en su tercera encíclica Fratelli tutti:

  • El punto de partida debe ser la mirada de Dios, que mira con el corazón.
  • La violencia no encuentra fundamento en las convicciones religiosas.
  • El culto a Dios sincero y humilde lleva al respeto de la vida, de la dignidad y la libertad.

La tercera semana de recorrido por la encíclica se detiene en el tema, “Las religiones, al servicio de la fraternidad”.

Índice

Semana 3: Las religiones, al servicio de la fraternidad 1/3


Las distintas religiones consideran a cada persona como criatura llamada a ser hijo o hija de Dios y esa es su primera aportación para la construcción de la fraternidad y para la defensa de la justicia.

El culto a Dios sincero y humilde «no lleva a la discriminación, al odio y la violencia, sino al respeto de la sacralidad de la vida, al respeto de la dignidad y la libertad de los demás, y al compromiso amoroso por todos.

Las convicciones de los creyentes, también de otras religiones, están impregnadas de valores que construyen relaciones fraternas. El perdón y la reconciliación son fundamentales en nuestro tiempo.

La fe nos recuerda que, si tenemos un único creador, todos somos hermanos. La libertad religiosa es un baluarte contra todos los totalitarismos y una aportación decisiva a la fraternidad humana.

El diálogo entre las diversas religiones tiene como objetivo establecer amistad, paz, armonía y compartir valores y experiencias morales y espirituales en un espíritu de verdad y amor.

Los creyentes de las diversas religiones hacen presente a Dios en la sociedad y ello mismo es un bien. Buscar a Dios con corazón sincero nos ayuda a reconocernos compañeros de camino, verdaderamente hermanos.

Encontramos en cada religión algo de santo y verdadero. Entre sus creyentes, su forma de obrar y de vivir, y las doctrinas que enseñan reflejan en ocasiones, de algún modo una Verdad que ilumina a todos los hombres.

Entre las religiones es posible encontrar un modo de convivencia serena, ordenada y pacífica, acogiendo las diferencias y con la alegría de ser hermanos en cuanto hijos de un único Dios.

El creyente está llamado a expresar esta fraternidad humana, protegiendo la creación y todo el universo y ayudando a todas las personas, especialmente las más necesitadas y pobres.



Pido a Dios “que prepare nuestros corazones al encuentro con los hermanos más allá de las diferencias de ideas, lengua, cultura y religión”.

El 4 de febrero de 2019 el papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmed al-Tayeb, firmaron el documento ‘Fraternidad humana por la paz y la convivencia’ para recordar que Dios ha creado a todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos.

Ahora, en esta nueva encíclica, se recogen y desarrollan los grandes temas planteados en aquel documento. Francisco en Fratelli tutti invita a las distintas religiones a ponerse al servicio de la fraternidad en el mundo. Entre las religiones es posible un camino de paz.

El valor de la persona

  • Todas las personas, con independencia de su credo o religión, tienen el mismo valor, un valor infinito que es el que les da el ser amadas por Dios. Un amor idéntico para cada persona, sea de la religión que sea. En consecuencia, las distintas religiones valoran a cada persona infinitamente, como criaturas llamadas a ser hijos de Dios. A partir de esta valoración, ofrecen una aportación valiosa para la construcción de la fraternidad y para la defensa de la justicia en la sociedad (Cf. Ft 271).
  • Las diversas religiones comparten muchos valores que permiten una convivencia más humana. El perdón y la reconciliación son temas fuertemente acentuados en el cristianismo y, de diversas formas, en otras religiones. Pero existe el riesgo de no comprender adecuadamente las convicciones de los otros creyentes y presentarlas como precursoras del fatalismo, la inercia o la injusticia, o de la intolerancia y la violencia (Cf. Ft 237.
  • Cuando en cada persona hay una apertura al Padre de todos, hay también un sólido fundamento de la fraternidad. La razón, por sí sola, es capaz de aceptar la igualdad entre las personas y de establecer una convivencia cívica entre todos, pero para dar el paso a una auténtica hermandad hay que hablar de una paternidad común, la de Dios (Cf. Ft 272).

Verdaderamente hermanos

  • Los creyentes de las distintas religiones sabemos que hacer presente a Dios es un bien para nuestras sociedades. Buscar a Dios con corazón sincero, siempre que no lo empañemos con nuestros intereses ideológicos o instrumentales, nos ayuda a reconocernos compañeros de camino, necesitados unos de otros, verdaderamente hermanos (Cf. Ft 274).
  • El diálogo entre personas de distintas religiones busca establecer entre los hombres amistad, paz y armonía. Se trata de compartir valores y experiencias morales y espirituales en el camino hacia la verdad y el amor. No es un diálogo para la diplomacia o la tolerancia, sino para la fraternidad.

Dios es amor

  • «El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor» (1 Jn 4,8) escribe el papa Francisco para resaltar que el culto sincero y humilde a Dios no lleva a la discriminación, al odio y a la violencia, sino al respeto de la sacralidad de la vida, al respeto de la dignidad y la libertad de los demás, y al compromiso amoroso por todos (Cf. Ft 282).
  • Por ello, el Papa advierte que la violencia no es a causa de la religión sino de las interpretaciones equivocadas. La violencia no encuentra fundamento en las convicciones religiosas fundamentales sino en sus deformaciones y debe ser condenado en todas sus formas y manifestaciones (Cf. Ft 282) y (Cf. Ft 283).
  • Los líderes religiosos, insiste el Santo Padre, están llamados a ser auténticos “dialogantes”, a trabajar en la construcción de la paz no como intermediarios, sino como auténticos mediadores. También cada uno de nosotros estamos llamado a ser un artesano de la paz, uniendo y no dividiendo, extinguiendo el odio y no conservándolo, abriendo las sendas del diálogo y no levantando nuevos muros. (Cf. Ft 284).

Libertad religiosa

  • Fratelli Tutti defiende la libertad religiosa para los cristianos, allí donde somos minoría, y para los no cristianos, allí donde ellos son minoría. La libertad religiosa se sostiene porque la aportación de las religiones al bien común permite encontrar un buen acuerdo entre culturas y religiones diferentes. Las cosas que tenemos en común son tantas y tan importantes que es posible encontrar un modo de convivencia serena, ordenada y pacífica, acogiendo las diferencias y con la alegría de ser hermanos en cuanto hijos de un único Dios (Cf. Ft 279).
  • Entre las causas más importantes de la crisis del mundo moderno está un alejamiento de los valores religiosos. Cuando, en nombre de una ideología, se quiere expulsar a Dios de la sociedad, se acaba por adorar ídolos, y enseguida el hombre se pierde, su dignidad es pisoteada, sus derechos violados. La privación de la libertad de conciencia y de la libertad religiosa deja a la humanidad radicalmente empobrecida, privada de esperanza y de ideales (Cf. Ft 274).
  • Los creyentes de las distintas religiones sabemos que hacer presente a Dios es un bien para nuestras sociedades. Buscar a Dios con corazón sincero, siempre que no lo empañemos con nuestros intereses ideológicos o instrumentales, nos ayuda a reconocernos compañeros de camino, verdaderamente hermanos. (Cf. Ft 274).

Espacios para el encuentro

  • La Iglesia valora la acción de Dios en las demás religiones y considera con sincero respeto sus modos de obrar y de vivir, sus preceptos y doctrinas. Al mismo tiempo, recuerda el papa Francisco que para los cristianos ese manantial de dignidad humana y de fraternidad está en el Evangelio de Jesucristo que no puede dejar de resonar en nuestras entrañas. Sin él habremos perdido la alegría que brota de la compasión, la ternura que nace de la confianza, la capacidad de reconciliación que encuentra su fuente en sabernos siempre perdonados‒enviados, el impulso que nos lleva a luchar por la dignidad de todo hombre y mujer (Cf. Ft 277).
  • Los creyentes necesitamos encontrar espacios para conversar y para actuar juntos por el bien común y la promoción de los más pobres, sin esconder nuestras propias convicciones. Todos los creyentes necesitamos reconocer esto: lo primero es el amor, lo que nunca debe estar en riesgo es el amor, el mayor peligro es no amar (Cf. Ft 282).

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