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lunes, 16 de noviembre de 2020

TRAMITACIÓN DE LA LOMLOE O SORTEO DE LA LOTERÍA

 



Celso González

Soy consciente de que cuando se escribe «en caliente» se corre el riesgo de no seguir los patrones de un buen artículo periodístico, sino de expresar sentimientos. Pero como no soy periodista, ni pretendo serlo, lo que me apetece, y hago, es compartir con los dos mil seguidores de esta página mis sentimientos «en caliente» ante la tramitación «exprés» de la LOMLOE.

Tengo como referencia un audio de la sesión de ayer en el Parlamento (tramitación de enmiendas) y una infografía del propio Ministerio sobre las principales novedades de la nueva Ley.

No alcanzo a comprender como se pueden resolver enmiendas de una ley con este calado social como si del sorteo de la lotería se tratase. A los que no entendemos demasiado del “procedimiento” político de tramitación, nos parece escandaloso y, en mi caso particular, una falta de respeto. Una especie de carrera para “quitarse esto de encima a la mayor brevedad”.

Por otro lado, al observar las infografías “oficiales”, no puedo dejar de observar el tratamiento que se le da en la nueva Ley a la asignatura de Religión: “Oferta obligatoria, pero voluntaria y sin asignatura espejo” una asignatura que “no cuenta”, es decir: hay que mantenerla ahí de alguna manera para no incumplir acuerdos internacionales, pero de una manera tal que ella misma se muera sin que nadie la ejecute. Es aquello de «entre todos la mataron y ella sola se murió».

En esta semana hemos esgrimido mil razones de orden pedagógico, cultural, educativo, social… para una presencia libre y digna de la enseñanza de la Religión en la Escuela. Las redes sociales han recogido el clamor de miles y miles de personas que consideramos que la Religión en la escuela no es un problema. Hemos recordado que son más de 3.000.000 de alumnos y alumnas los que cada año la escogen libremente. Hemos conocido informes que expresan que las familias, los propios niños y jóvenes y el profesorado en general le dan una muy alta consideración a la presencia de la asignatura. Hemos vuelto a recordar que en la inmensa mayoría de los países europeos, la Religión como materia curricular está normalizada y aceptada. Hemos conocido, también, la propuesta (a mi juicio valiente y fundamentada) de la Conferencia Episcopal de incluirla en un ámbito del currículo en el que no tiene que entrar en confrontación lo confesional con lo no confesional.

Nada de lo anterior parece ser suficiente para quienes ya tienen una hoja de ruta que culminaría, no nos engañemos, en que esta «molesta presencia» de la religión en el sistema educativo se resuelva por la vía de la desaparición.

Es una pena que todo este proceso sea una nueva oportunidad perdida que finalmente se resuelva «vía tribunales de justicia», porque es ahí donde sinceramente creo que va a confluir todo.
Si se da el caso, espero que ahí estemos todos los que nos sentimos profundamente heridos por este modo de proceder: La Conferencia Episcopal, las asociaciones de padres/madres, la escuela católica, las plataformas de profesorado, los sindicatos, la sociedad civil…

Tendrá que llegar un momento en el que unos y otros abandonemos complejos, y más allá de lo «políticamente correcto», «lo conveniente», «la negociación de compensaciones», defendamos, hasta donde sea necesario, nuestras convicciones: que cuando decimos que la Religión en la Escuela es una bien en la educación de nuestros niños y jóvenes, no estamos diciendo frases para un titular periodístico.

La lotería de navidad para el 25 de diciembre. La educación según nuestras convicciones morales y religiosas para una presencia justa y digna en la escuela, y aunque estas palabras están escritas «en caliente» obedecen a una convicción mucho más profunda que no «se enfría» en unos cuantos días

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