De todo el mundo a este lugar
salimos, volamos, llegamos aquí.
Con María, ensayamos un sí.
Queremos servir, hacer la voluntad
del Padre, nuestro Padre.
Llamado a estar con Cristo Jesús,
queremos dar, queremos estar
dispuestos al sí, a hacer como la Madre.
Todos van a oír nuestra voz
levantemos los brazos, hay prisa en el aire.
Jesús vive y no nos deja solos:
ya no dejaremos de amar.
Tú que te estás buscando
sal a descubrir, ven a ver lo que vi.
Ven con nosotros, mira más allá
de lo que haces y que no te deja
sonreír y amar.
No mires atrás, no digas que no.
Escucha a tu corazón,
y formar parte, sin miedo, de esta misión.
Fue María quien primero acogió
la gran sorpresa de la vida sin fin.
Confiada y sencilla, quería recibir
Tan gran misterio de un Dios que es
siempre / Para ti y para mí.
No puedo callarme, no puedo dejar
de decir: «Mi Señor,
¡cuenta conmigo, no me callo!».
Sin tener dudas sobre su misión,
María, tan joven, se fue rápidamente
su casa y a la montaña subió
para ver a Isabel y pronto encontró
saludo, comunión.
¡Bendito sea el fruto, es mi Señor!
Y yo también quiero oír:
«¡Porque creíste, siempre serás feliz!».
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