En marzo de 2000, la iglesia parroquial dedicada a Ntra. Sra. del Rosario de Fátima en Güímar-Tenerife, fue objeto de una nueva y esmerada remodelación.
Las actuaciones abarcaron todos los puntos posibles, dado el profundo deterioro cuya causa se debe al nulo mantenimiento habido hasta la intervención, por parte de toda la Comunidad Parroquial, en la que el párroco, tiene entre sus funciones, la de preocuparse por el mantenimiento de las infraestructuras destinadas a la pastoral. Y el templo es una de ellas y la principal.
Estas se centraron en la cubierta del templo impermeabilizando la misma, junto al enfoscado de los muros de la azotea. Enyesado de las zonas internas, limpieza y pulido del piso, pintura interior de techos, paredes y columnas y la colocación de piedra natural en la fachada del edificio religioso de "estilo racionalista".
El presupuesto total rondó los 10 millones de pesetas, de los cuales 3 millones estaban presupuestados, otros 3 los colocó la propia Comunidad Parroquial, el resto procede de colaboraciones de particulares y una nueva aportación por parte del Ayuntamiento de la Ciudad de Güímar.
La decoración actual fue obra del entonces concejal de Cultura, Javier Eloy Campos Torres, que donó ese trabajo al barrio, ya que cuenta con un paso de la Semana Santa, el Cristo de las Caídas, elaborado por este artista local.
El edil, en aquel momento, diseñó tres altares, dos rectangulares con base en el suelo, para colocar a la imagen de Ntra. Sra. del Rosario de Fátima y al paso de la Semana Santa. Destaca el central que está formado por varios prismas para representar los 7 sacramentos, estando solamente pintado uno: la Eucaristía.
En los años venideros, se han ido incorporando la nueva pila bautismal realizada en piedra natural y la pintura del bautismo de Cristo usando como fondo el paisaje local, obra de Pino del Rosario. Y los embellecimientos de las puertas de la sacristía y la sala de servicio del templo parroquial, con dos pinturas, obras del artista local, Javier Eloy Campos Torres. Destaca la que hace referencia a la titular del barrio, reflejando la "vivienda tradicional del barrio", el anagrama de la Virgen, los jardines y la flor de la azucena con la que se decora de manera excepcional en el mes de mayo a la advocación principal mariana.
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