En enero del año 2018 el Papa pedía a los católicos conjugar cuatro verbos que marcan la ruta ante el desafío planteado por las migraciones contemporáneas: acoger, proteger, promover e integrar. Esta es la misión de la Iglesia ante las periferias geográficas o existenciales: descubrir el paso del Señor y encarnar el Evangelio creando una Casa Común para todos. Los cuatro verbos apuntan a que la presencia de los migrantes y refugiados en nuestra sociedad es una oportunidad y una invitación «a recuperar algunas dimensiones esenciales del cristianismo, y de la humanidad, que corren el riesgo de adormecerse con un estilo de vida lleno de comodidades».