Se presentó en el Seminario de Tenerife, el libro: "Luigi Giussani. Su vida", la primera biografía sobre Don Giussani, carismático sacerdote italiano fallecido en 2005, fundador del movimiento eclesial Comunión y Liberación.
En el acto participaron el autor del libro y responsable de la oficina de prensa de CL, Alberto Savorana; el doctor en teología y Rector de la Universidad Eclesiástica de San Dámaso de Madrid, Javier Prades; el arquitecto, José Miguel Márquez y el periodista y director de contenidos de COPE Canarias, Mayer Trujillo.
Precisamente, Javier Prades subrayó algunos aspectos de esta publicación y del personaje. "Es un libro de
1000 páginas que dice algo de la riqueza de este sacerdote que decidió abandonar una carrera teológica posible para centrarse en la educación de los jóvenes. El índice de nombres es un recorrido por la sociedad italiana y europea de 50 años.
1000 páginas que dice algo de la riqueza de este sacerdote que decidió abandonar una carrera teológica posible para centrarse en la educación de los jóvenes. El índice de nombres es un recorrido por la sociedad italiana y europea de 50 años.
La gran pregunta -prosigue- que a uno le surge es cómo un sacerdote dedicado a una tarea bien humilde como es enseñar Religión en un instituto, ha podido suscitar un movimiento de vida cristiana, una modalidad de vivir la Iglesia que haya atraído el interés y la atención de tantas personas, de tantas procedencias, de todos los estratos sociales, de todas las formas de expresión cultural a lo largo de tantos años.
Quizá - nos explica Prades- la intuición que se puede rescatar es el darse cuenta que la transmisión
puramente social de la fe, ya en los años 50-60 en Italia, se estaba convirtiendo en algo formal. Es decir, se mantenían las formas pero ya no era una fe vivida personalmente que pusiera en juego toda la vida y que fuera, por lo tanto, misionera. Ese trabajo que con el concilio luego se ve que es la gran responsabilidad de la Iglesia, en un cierto sentido, ya hay algunas figuras en los años pre conciliares que comprenden que hay que afrontar esa cuestión. No basta una transmisión formal. Es necesario lo que él llamaba, con una categoría que luego se ha difundido mucho, un encuentro personal con Cristo en la Iglesia, que luego tiene capacidad cultural, misionera, caritativa y social”.
puramente social de la fe, ya en los años 50-60 en Italia, se estaba convirtiendo en algo formal. Es decir, se mantenían las formas pero ya no era una fe vivida personalmente que pusiera en juego toda la vida y que fuera, por lo tanto, misionera. Ese trabajo que con el concilio luego se ve que es la gran responsabilidad de la Iglesia, en un cierto sentido, ya hay algunas figuras en los años pre conciliares que comprenden que hay que afrontar esa cuestión. No basta una transmisión formal. Es necesario lo que él llamaba, con una categoría que luego se ha difundido mucho, un encuentro personal con Cristo en la Iglesia, que luego tiene capacidad cultural, misionera, caritativa y social”.
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