Cuando Aparecida habla de “la misión de los discípulos al servicio de la vida plena”, pide que la Eucaristía rinda “frutos de cambio”. Y cita a San Juan Crisóstomo: “¿Quieren en verdad honrar el cuerpo de Cristo? No consientan que esté desnudo. No lo honren en el templo con manteles de seda mientras afuera lo dejan pasar frío y desnudez.” (DA 354). Hagamos nuestras estas invitaciones del Papa, ¡no consintamos que el cuerpo de Cristo esté desnudo! Vayamos con prontitud a las periferias para convertir a estos cristos crucificados, hermanos nuestros, en el centro de la atención de la Iglesia.
¡¡¡Juntos Caminando Hacemos Parroquia!!!
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