En su homilía, ha incidido en que «nos ha convertido el Señor en Pan y hemos de vivir así y entrar en ese dinamismo de convertirnos día a día con más fuerza y manifestación ante todos los hombres en ese Pan que es Cristo, mientras consagramos el pan cotidiano en la Eucaristía».
El purpurado ha invitado a todos los sacerdotes congregados en la catedral a «desinstalarnos de las ideologías que matan y dividen para centrar nuestra vida en la persona de Cristo que abraza a todos: justos y pecadores; que cuando reparte no se guarda nada, como el Padre», y ha recordado que el encuentro con Jesucristo conduce a la unidad.
La incardinación –ha proseguido– «no es solamente ni fundamentalmente un acto jurídico», sino que se trata de «hacer y llevar a cabo el misterio de la Encarnación de mi ministerio unido a un obispo como sucesor de los apóstoles en un trozo del Pueblo de Dios».
Fuente: Alfa y Omega.
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