Yo te protejo, tú refúgiate en mí.
Que tus palabras hablen bien de mí, tu Dios,
porque yo soy lo mejor que te ha pasado,
y tu suerte está en mi mano.
Habla con palabras de bendición,
que yo te aconsejaré por dónde andar,
hasta de noche te inspiraré por dentro.
Tenme siempre presente
que yo estoy a tu lado, no vaciles.
Deja que se alegre tu corazón
y se gocen tus entrañas,
deja que tu cuerpo descanse,
sabiendo que la muerte en ti,
no tendrá la última palabra,
que no te dejaré conocer la corrupción.
Te enseñaré el sendero de la vida,
te saciaré de gozo en mi presencia,
de alegría perpetua a mi lado.
(Rezandovoy)
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