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sábado, 14 de marzo de 2020

«Aislar en la prisión no soluciona los problemas»

prision pastoral penitenciaria
Fuente: Archidiócesis de Burgos. 

Cáritas diocesana y Pastoral Penitenciaria acompañaron el año pasado a 201 personas privadas de libertad, más de la mitad de los internos en el Centro Penitenciario de Burgos.

Pastoral Penitenciaria y Cáritas diocesana de Burgos hacen un llamamiento a la sociedad y a la Iglesia a dar «una oportunidad» a las personas que están privadas de libertad y que «quedan excluidas del espacio social». Solicitan «generosidad» a una sociedad que muchas veces da la espalda y niega derechos fundamentales y obstaculiza la integración real de las personas que por distintas circunstancias pasan por la prisión. Asimismo, solicitan a instituciones penitenciarias una mayor implicación para que se creen «procesos efectivos» en la reinserción de estas personas y que se empleen medios, recursos, técnicos y personal para lograr que puedan «volver a la sociedad».

Quienes trabajan a pie de campo en el acompañamiento a los presos saben de qué hablan. El delegado de Pastoral Penitenciaria, Fermín González, asegura que el mayor problema que afronta en su trabajo es el de «reconstruir a las personas». De ahí que su misión sea principalmente de «escucha». Una atención que a veces puede llevar meses, pero donde se descubren las «expectativas bloqueadas» que padecen los internos de la prisión y se descubren «faltas de habilidades para asumir sus propias responsabilidades sociales». «Buscamos complicidad con ellos, que se sientan capaces de participar en la realidad social, donde nunca han tenido su espacio», subraya González. «Les ayudamos a creerse capaces de formar parte de la sociedad» pues, ha denunciado, «aislar en la prisión no soluciona los problemas».

Desde el programa «Volver a empezar» de Cáritas diocesana y la delegación de Pastoral Penitenciaria se generan procesos de acompañamiento a estas personas para lograr su mejor inserción social. Su trabajo combina componentes espirituales, asesoramiento jurídico y participación en talleres y otras actividades. Solo en el año pasado, acompañaron a 201 personas (más de la mitad de los internos en el Centro Penitenciario), en un proceso que se estructura en tres etapas. La primera –de iniciación– se desarrolla dentro de los cinco módulos de la prisión (179 personas). A esta le sigue el acompañamiento en el programa «Amanecer», con el que a las personas con permiso se les permite hacer vida en un piso de la parroquia de San Esteban con el respaldo de voluntarios y sacerdotes (15 personas), así como algunas salidas terapéuticas (47 personas), como la que realizan por el Camino de Santiago. En la última etapa del proceso, cuando ya adquieren la libertad (26 personas), también se les acompaña posibilitándoles alojo en el Hogar San Francisco.

David Alonso, técnico responsable del proyecto «Volver a empezar», ha subrayado algunas de las dificultades que afrontan las personas privadas de libertad, entre las que destaca el estigma social, problemas de salud mental, o la falta de trabajo motivacional desde instituciones penitenciarias. Asimismo, asegura que estamos ante un «problema estructural» que deja fuera de la sociedad a estas personas y que serían necesarios nuevos cauces de justicia restaurativa entre víctimas y agresores.

Proyectos innovadores

Para lograr una mejor concienciación en la sociedad, Sara Castro, educadora social, ha presentado su proyecto «Bajo un techo de estrellas», una serie de programas de podcast puestos en marcha a través de UBURadio para «ser altavoz de los problemas de estas personas y que la sociedad los escuche». A través de nueve programas cerca de 20 participantes del programa de Personas Sin Hogar (en el que se incluye el proyecto «Volver a Empezar») dialogan con distintas personalidades del ámbito civil para trasladarles sus problemas.

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