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miércoles, 22 de marzo de 2017

CARDENAL CARLOS AMIGO: “YO SALGO EN LOS PERIÓDICOS, PERO SON LOS POBRES Y LOS HERMANOS LOS PROTRAGONISTAS”


El Cardenal y Arzobispo Emérito de Sevilla, Carlos Amigo, a lo largo de su ministerio pastoral, ha concedido infinidad de entrevistas. Por esta razón, a priori, podría uno pensar que pedirle parte de su tiempo para intercambiar pareceres sobre diferentes cuestiones, podría resultarle algo rutinario o tedioso. Nada más lejos de la realidad. El Cardenal Carlos Amigo es una persona afable, dado a la palabra y gran comunicador. Cuando uno comienza a dialogar con él, te da la sensación de que se siente a gusto, como si no tuviera más cosas en la agenda del día.
Los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca son un instituto religioso católico de derecho diocesano, erigido canónicamente en 1989 por Carlos Amigo, el cual, siendo Arzobispo de Tánger, lo aprobó en 1975 como Pía Unión.
Para Amigo, este nuevo hogar recientemente inaugurado en La Laguna supone una gran satisfacción, aunque hay un detalle que no le convence, señala con una sonrisa.  “Lo que menos me gusta es el nombre.  Pienso que de los pobres no se debe presumir nunca. Yo soy el que sale en el periódico, pero son los hermanos y los pobres los auténticos protagonistas”.
En varias ocasiones el Cardenal Amigo se ha definido como un franciscano vestido de arzobispo o de cardenal. “Pienso que esto ocurre en todas las vocaciones.  Suele decirse  que la primera novia es aquella que siempre recuerda uno. Yo no sé esas experiencias, pero sí sé que  siempre la primera vocación es la que está ahí dentro. Hay tantas personas que están trabajando en cosas que no eran las que deseaban en un principio. Hicieron sus carreras pero, por circunstancias, tuvieron que emplearse en otro sitio. Aunque económicamente estén mejor, siempre echarán de menos su primera vocación. Pues igual ocurre en mí. Mi primera vocación ha sido la de franciscano”.
A la pregunta de qué se deben, mutuamente, el Instituto Religioso de los Hermanos de Cruz Blanca y Carlos Amigo, éste indica que lo único es gratitud a Dios.  “Cuando llegué a Tánger, me explicaron lo que hacían y, desde un primer momento, los apoyé en sus proyectos”.
En nuestra sociedad, a veces hasta la caridad se pone en duda. Para el Arzobispo Emérito de Sevilla, esta palabra hay que pronunciarla con gran respeto. “La palabra ‘caridad’ hay que decirla de rodillas. Servir a los demás es servir a Dios, que ha puesto en el corazón de las personas el deseo de amar siguiendo el evangelio de Jesucristo. Me molesta mucho cuando se pretende camuflar la palabra ‘caridad’ con sucedáneos. La caridad es, sobre todo, amar al prójimo. Dar de comer al hambriento sin pedir el carnet de identidad. La caridad no es simplemente un afecto o una sensibilidad, es el reconocimiento de los derechos de las personas”.
El Cardenal Amigo ha conocido a varios Papas. A todos, dice quererlos por igual, aunque con algunos ha vivido momentos que nunca podrá olvidar. “Dios envía, en cada momento, el Papa que la Iglesia necesita.  Pensemos en los últimos años. Después de la figura admirable de Pío XII, vino San Juan XXIII, simpático, bonachón, con gestos muy sencillos. Luego, tuvimos a Pablo VI, Papa que me nombró a mí obispo. Le tengo un especial afecto. Fue el Santo Padre que llevó adelante nada más y nada menos que el Concilio Vaticano II.  La exhortación apostólica “Evangelii Nuntiandi” es posiblemente el documento contemporáneo más importante y más citado. Y se cita, normalmente, sin tener que cambiar una sola letra. Tras Pablo VI, tuvimos al Papa que duró un mes Juan Pablo I. Como solemos decir, sonrió y se marchó. Pero, sin embargo, dejó un gesto. El del cariño y el afecto. Después de él, vino el Papa que lo desbordó todo, San Juan Pablo II.  Tremendo lo que hizo este hombre, a pesar de las críticas durante su pontificado por llevar a cabo cuestiones sociales muy abiertas. Hoy día es admirado por muchísimas personas.  Luego tenemos a Benedicto XVI, un Papa que saludaba moviendo muy poquito los dedos. Gestos muy sencillos. A él hay que agradecerle el hecho de que se tomaran con seriedad y, de frente,  los grandes problemas que estaban sobre la mesa de la Iglesia, especialmente de la Santa Sede. Además, Benedicto XVI, demostró ser un sabio. Claro que podía seguir adelante, pero no se vio con las capacidades de hacerlo adecuadamente y por eso renunció”.
En sus encuentros con los Santos Padres, el Cardenal Amigo tiene varias anécdotas. Una que le impresionó mucho le sucedió con San Juan Pablo II. “Él y yo, convivimos en la misma residencia episcopal en Sevilla durante las dos visitas que realizó. Nunca se me olvidará una imagen.  Como el apartamento del obispo está en la segunda planta del palacio episcopal, tomamos un ascensor pequeño y antiguo.  Había allí, día y noche, un técnico para que no se parara. Pero tuvo algunos problemas. Recuerdo el estar solos en aquel habitáculo. El Papa muy firme porque aquello era muy estrecho. Era increíble estar allí con el Papa, en silencio, cara a cara con él. Tan cerca de un santo. Los segundos que tardaba el ascensor en funcionar se me hacían eternos. Es curioso como esas sensaciones perduran en el tiempo”.
Tras repasar una larga lista de temas, con Carlos Amigo terminamos hablando de nuestra Diócesis Nivariense y, concretamente, de la Misión en marcha. Nada le suena extraño o desconocido al arzobispo de Sevilla, prueba de que conoce el trabajo que se lleva realizando en estas islas. “La Iglesia existe para evangelizar. El Obispo, Don Bernardo con sus colaboradores, han elaborado este plan de pastoral que busca, precisamente, replantear esta labor evangelizadora en nuestro aquí y ahora.  “En salida misionera”, no se refiere a “salida” como escape sino, al revés. La iglesia no tiene que estar metida en la sacristía, sino que tiene que salir al mundo a evangelizar. El fruto lo recogerá Dios. ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo? No lo sé, pero lo que sé es que donde el evangelio se siembra, surge el fruto”.

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