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miércoles, 29 de marzo de 2017

La Semana Santa de Güímar-Tenerife






Un poco de historia
La Semana Santa de Güímar es una de las más devotas y populosas de la Isla. Cada día, procesionan imágenes procedentes de cada uno de los barrios y casco,  que reflejan cuatro siglos de la historia del municipio, desde las talladas en plena Contrarreforma, como el Señor Difunto, o más recientes y que demuestran la continuidad de la Semana Grande local, como la Santa Cena, elaborada en resina de poliéster. Pero la celebración Güimarera aúna muchas singularidades que la hacen especial y que atraen a muchos visitantes, como el único crucificado en bronce que procesiona en las Islas, la Misa de Coronación de Mozart, cantada en latín, en la ceremonia del Jueves Santo, o que una pieza musical se sacralice con la costumbre, como el fragmento de la ópera Tosca de Puccini que siempre acompaña al Encuentro.


El municipio cuenta, desde principios de este siglo, con un trabajo pormenorizado sobre la historia, iconografía y tradiciones de esta celebración religiosa, La Semana Santa en Güímar: imágenes de La Pasión, un estudio de la doctora y profesora del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna, además güimarera, Carmen Milagros González Chávez, una obra en la que se destaca que la Semana Grande local ha seguido creciendo en pleno siglo XXI, con más hermandades y cofradías, pero también nuevos pasos que han enriquecido el patrimonio artístico.

González Chávez señala en su estudio que, "si bien artísticamente no podemos competir con La Laguna, La Orotava, Garachico o Icod, pues no tenemos obras de Martín de Andújar, Fernándo Estévez, ni siquiera de Lázaro González Ocampo, nacido en el siglo XVII en Güímar, religiosamente, nuestra Semana Grande es tan sentida y nuestras imágenes, anónimas en unos casos e industriales en otros, son tan veneradas como las que más".
Así, en esta obra explica que "en Güímar poseemos pasos de gran calidad artística, de los siglos XVII, XVIII y XIX, como son las imágenes de Nuestro Señor Difunto, el Nazareno, la Dolorosa o el Cristo de las Tribulaciones, tallas procedentes de la gubia de algún escultor afincado en el norte de la Isla y que llegaron a este municipio por diferentes motivos: donaciones o herencias, intercambios, adquisición por parte de familias nobles, etc."
Además, la doctora señala la existencia de tallas excepcionales, "como la del Cristo de la Expiración, traída de Italia, la única que procesiona en bronce en Canarias; esculturas tan espectaculares como la del Cristo de la Agonía, réplica industrial del Cristo de Limpias, la primera que llegó al Archipiélago y que impactó no solo a los habitantes del lugar, sino de la Isla en general, siendo incluso objeto de un documental por el director de cine José González Rivero en 1923".
En la segunda mitad del siglo XX, Güímar, como otros municipios del Archipiélago, adquirió nuevos pasos profesionales para enriquecer la celebración, con "tronos de producción industrial, como La entrada triunfal en Jerusalén, la Piedad o el Cristo de Medinaceli. También se encargaron esculturas a imagineros como Ezequiel de León y Domínguez, autor de San Juan Evangelista y de la Virgen de la Amargura; al escultor murciano Miguel Ángel Cassan, al grupo de alumnos de la Escuela de Artes y Oficios de Valencia, al valenciano Miguel Espuig, que talló el Señor de la Columna, o al escultor güimarero Javier Eloy Campos, que ejecutó con materiales novedosos, como la resina de poliéster sintético con policromía sobre base de estuco, el Cristo de las Caídas y el conjunto de la Santa Cena", explica la profesora de Historia del Arte.
Las últimas adquisiciones de la Semana Santa güimarera han sido la Virgen de las Aguas, obra del imaginero cordobés Francisco Romero Zafra y bendecida en 2006, y la Verónica, del escultor quiteño Ricarda Villalba Sevilla, que procesionó por primera vez en 2007.
Descendimiento
La talla más antigua parece ser la del Señor Difunto o Cristo Yacente que, por las características estilísticas, se considera que data de finales del siglo XVII. Este Cristo, como era costumbre en Canarias, hacía las veces de crucificado hasta el Jueves Santo y el Viernes Santo era descendido y colocado en su urna procesional. En la actualidad, se mantiene la ceremonia del descendimiento de la cruz.
Una de las obras más llamativas es el Cristo de la Expiración, conocido en la zona como el Cristo negro, un vaciado en bronce de finales del siglo XIX. La imagen, procedente de un taller italiano, se venera en la ermita del Calvario de Güímar de Arriba (San Juan) y es una talla excepcional al ser una de las pocas esculturas de bronce procesionales de Canarias, pero también cargada de leyenda.


Carmen Milagros González recuerda en su obra que "la historia de la imagen se remonta al presbítero Irineo González, quien la había adquirido para la capilla que albergaría los restos mortales de su madre en el cementerio de Güímar. Sin embargo, sus grandes dimensiones cambiaron su destino y el Cristo permaneció en su casa hasta su muerte. En su testamento, manifestó su deseo de que el Cristo fuese donado a la ermita de San Juan de Güímar, barrio del que procedía su madre. Su ama de llaves incumplió dicha cláusula y entregó en su lugar un crucifijo grande, de pobre factura, mientras que la imagen de bronce fue vendida a una señor de Las Palmas de Gran Canaria, que la instaló en su casa. En 1930, la escultura fue devuelta por su último propietario, tras ocurrir ciertos sucesos extraños en su residencia (como ruidos durante la noche), al lugar que le correspondía, es decir, a la ermita de San Juan y, de allí, a la capilla del Calvario, construida tras recibir este legado ".

Fuente: Blog Comunidades Parroquiales de Güímar-Tenerife. 

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