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viernes, 14 de julio de 2017

La promoción de la Catequesis


Un reto en la tarea diaria que desempenias como catequista


Por: Mayu Dollero, Educadora en la Fe, Mexico, D.F. | Fuente: Tiempos de Fe, Anio 3 No. 14, Enero - Febrero 2001 






¿Cómo hacer que mi promoción sea efectiva? ¿Cómo poder llevar la palabra de Dios? ¿Cómo poder llegar a más lugares? ¿Cómo contagiar y aumentar el número de catequistas? ¿Cómo participar activamente en la Nueva Evangelización?
Trataremos de responder todas estas preguntas dentro del marco de los retos y desafíos que se nos presentan en una época donde los cambios se dan rápidamente y la globalización ha traído como conse­cuencia que rompan las barreras de tiempo y espacio.
La forma de impartir la catequesis no puede quedar fuera de este con­texto, por lo cual, es urgente aplicar toda nuestra creatividad y adaptar nuevas formas y métodos para propagar la fe y la vida cristiana.
Aprovechar los avances tecnoló­gicos, así como, los procedimientos y apoyos existentes y lograr subsa­nar y ponernos al día mediante el recuerdo de situaciones como que el estado optó por la educación laica, las consecuencias post conci­liares (Vaticano II) así como el desarrollo vertiginoso de las sectas.
Al acelerar la acción catequizadora, nos he­mos encontrado con una serie de obstáculos de tipo: económicos, la capacitación, la supervisión y la motivación, ha traído como consecuencia que la calidad de la evangelización en todos los casos sea óptima, ya que la calidad de la evangelización depende de la calidad de los evangelizadores. Esto ha traído deficiencias que han repercuti­do también en la vida cristiana, por lo cual es urgente compensar estas carencias a través de una catequesis profesional con la cual se apoye en la tarea, al reducido número de sacer­dotes y que ellos se dediquen más a su labor ministerial, siendo más orientados al trabajo pastoral que al administrativo.


Los catequistas deben vivir con una actitud misionera-apostólica: deben salir a buscar a las ovejas.
Los métodos deben ser adaptados a características como la edad y la cultura de las personas, tratando siempre de fijar en la memoria, la inteligencia y el corazón las verdades esenciales que deberán impregnar la vida entera.
A manera introductoria en este artículo intentaremos definir los papeles del catequista y del promotor para buscar que sean uno mismo -catequista que promueva-.
Existen básicamente dos tipos de promotores:
1. Aquellos que buscan los números y servirse ellos que mueven a los demás por el solo hecho de hacerlo
2. Aquellos que buscan el resultado y servir a los demás y moverlos entregándoles razones, ejemplos y conveniencia de vivir una vida cristiana la cual lleva implícita la promoción de la fe.
La diferencia esencial entre am­bos se encuentra dada en lo que cada uno busca.
Un promotor de la fe debe ser por fuerza un catequista, por lo que es muy importante tener claro lo que un catequista es, lo que a continuación recordaremos:
1. Testigo de la Feporque su testi­monio se asemeja al profeta, sus palabras y acciones deben presen­tar el mensaje de Dios al pueblo. Si el catequista es dócil a la palabra de Dios y la transmite con fidelidad, es Dios quien habla por el, se convierte en instrumento.
2. Apóstol de la Palabra, su misión no la realiza por la sola decisión personal, sino que la gracia de Dios es quien lo envía. Todo cristiano debe evangelizar y transmitir el mensaje de Dios, con sus palabras y/o con sus obras.
3. Evangelizador, su misión es transmitir el evangelio y difundir los valores del evangelio con su palabra y testimonio.
4. Educador, no solo transmite información, sino trata de configu­rar virtudes y actitudes de sus discípulos de acuerdo con un modelo: El hombre nuevo que presenta el Evangelio.
5. Traductor, su tarea es hacer comprensible y accesible el len­guaje del evangelio.
El éxito de la promoción de la catequesis esta en el conoci­miento y entrega amorosa de la tarea, sin embargo no solamente esto es necesario, es importante también apoyarnos en una metodología, la cual iremos revisando en capítulos posteriores.

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