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miércoles, 6 de septiembre de 2017

Palabras del párroco de San Pedro Apóstol con motivo de la Bajada de Ntra. Sra. de El Socorro en Güímar- Tenerife

Queridos feligreses: El Hijo de Santa María de El Socorro nos convoca de nuevo. Los Güimareros, hombres y mujeres, de ayer, hoy y mañana, deseamos ardientemente, que llegue el mes de septiembre, el mes de Ntra. Sra. de El Socorro.
Un mes muy especial, donde las casa se hacen pequeñas, para acoger a los devotos con diversas experiencias, con multitud de problemas, dificultades, pero con muchísima esperanza y Fe en La Señora, que hace posible cada año el milagro de convocar a miles y miles de peregrinos, para que en un ambiente de alegría, fiesta y devoción, todos seamos hijos de una misma madre, hijos queridos, de Ntra. Sra. de El Socorro, Hijos de Dios. “María no es una mujer que se deprime ante las incertidumbres de la vida, especialmente cuando nada parece ir por el camino correcto. No es mucho menos una mujer que protesta con violencia, que injuria contra el destino de la vida que nos revela muchas veces un rostro hostil. Es en cambio una mujer que escucha”, nos dice el Papa. María está ahí, fielmente presente, cada vez que hay que tener una candela encendida en un lugar de neblina y tinieblas. Ni siquiera ella conoce el destino de resurrección que su Hijo estaba en aquel instante abriendo para todos nosotros los hombres: está ahí por fidelidad al plan de Dios del cual se ha proclamada sierva desde el primer día de su vocación, pero también a causa de su instinto de madre que simplemente sufre, cada vez que hay un hijo que atraviesa una pasión. Todos nosotros la amamos como Madre. No somos huérfanos: tenemos una Madre en el cielo: es la Santa Madre de Dios. Porque nos enseña la virtud de la esperanza, incluso cuando parece que nada tiene sentido: ella siempre confiando en el misterio de Dios, incluso cuando Él parece eclipsarse por culpa del mal del mundo. En los momentos de dificultad, María, la Madre que Jesús ha regalado a todos nosotros, pueda siempre sostener nuestros pasos, pueda siempre decirnos al corazón: “Levántate. Mira adelante. Mira el horizonte”, porque Ella es Madre de esperanza. Que estos días sean especiales para cada uno de nosotros, sin olvidarnos nunca de los más desfavorecidos. Colaboremos todos para tener unas fiestas en paz y armonía, nunca para dividir, sino unir. Para ello hay que demostrar, y cumplir con los valores cívicos y religiosos, que nos enseñan nuestros mayores, respetándonos todos y respetando a todos. No todo vale, ni todo está permitido. La Fe nunca nos enseña a ir contra la dignidad y el respeto del ser humano. 
“Madre de El Socorro, ruega por nosotros”.

Pedro José  Pérez Rodríguez

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