El Santo Padre subrayó la necesidad de que la oración y la reflexión teológica estén unidas: “A mí me gusta repetir que para ser buen teólogo, además de estudiar, dedicarse, ser despabilado y captar la realidad, hay que reflexionar las cosas de rodillas”.
“Un hombre que no ora, una mujer que no ora, no puede ser teólogo o teóloga. Será el volumen del Denzinger hecho persona, sabrá todas las doctrinas habidas y por haber, pero no hará teología. Será un compendio, un manual en el que está todo”, recalcó.
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