Este mes de noviembre comienza la fase celebrativa de la Misión diocesana. Cada parroquia promoverá las iniciativas que considere oportunas para visibilizar este hecho que coincide en el tiempo con la celebración del Día de la Iglesia Diocesana, los días 18 y 19 de noviembre.
Tras el periodo de especial capacitación, corresponde ahora el desarrollo de la misión durante estos próximos dos años. Primeramente comenzaremos con la llamada misión “básica” en cada parroquia, centrándonos principalmente el primer año en las familias y en los jóvenes. Y continuaremos el segundo año en las periferias existenciales y geográficas, sin descuidar lo que hasta aquí ya está caminando.
Objetivo ¿Qué se espera conseguir en esta etapa?
“Ellos salieron a predicar el Evangelio por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba la palabra con las señales que acompañaban” (Mc 16,20)
Haciendo nuestro el lema del Plan Diocesano de Pastoral, descubrimos que el objetivo de toda acción que pongamos en marcha en nuestras comunidades, es la de anunciar a Jesucristo. Hemos de poner a todos los discípulos misioneros en actitud de ser facilitadores del encuentro entre Jesucristo y cada persona.
Nos ponemos en marcha y salimos no para contrarrestar posiciones o discutir…sino a escuchar a la gente, acompañarla y servirla como discípulos de Jesús, enviados por Él.
“Cada parroquia una misión, cada cristiano un misionero es el lema sugerentes que nos acompaña. Por eso es necesario cuidar, poniendo lo mejor de nosotros mismos, la preparación e implementación de la misión parroquial de la misión. Sacudámonos, por favor, la rutina pastoral, el pesimismo y los miedos que nos puedan paralizar, mejor dicho, pidámosle a Dios que nos de parresia apostólica para esta hora.
Duración
Esta etapa de nuestro itinerario durará dos años, divididos que no independientes, en dos momentos en los que haremos un esfuerzo especial en ámbitos concretos.
Estos dos momentos son los siguientes:
  1. Acompañar y fructificar I (2017-2018). Misión básica en cada parroquia.
Este año la misión se centrará en:
  • La familia
  • Los jóvenes
¿Cómo preparar este año de misión parroquial?
Hemos de tener presente que la misión no la hacen otros, sino “nosotros” en cada parroquia o comunidad. En algunos lugares han solicitado ayuda a algún equipo misionero especializado. En este período de propuesta extraordinaria de la Buena Nueva, que girará en torno a las familias y los jóvenes, será necesario sondear muy bien estas realidades en nuestro sector o ámbito pastoral y considerar qué actitudes hemos de potencia en los agentes de pastoral, qué procesos Dios nos pide abrir, qué líneas de acción concretas se pueden ir realizando para acercarnos, conocer, dialogar, acompañar, testimoniar y anunciar.
Puede que aquí radique la complejidad de este momento, ya que tendremos que definir qué, cómo, cuándo, qué, para quién y dónde hacerlo.
Son estas preguntas necesarias y fundamentales si queremos poner en marcha todo lo que hemos ido discerniendo, reflexionando y orando durante los años anteriores.
  1. Acompañar y fructificar II (2018-2019). Misión en las periferias existenciales y geográficas.
Si bien el presente curso focalizamos la pastoral en torno a la familia y los jóvenes, el venidero año nos corresponde dar un paso más en nuestro proyecto misionero y acercarnos a otros ambientes, como son:
Pastoral de la Salud: Dolor, enfermedad.
Diálogo interreligioso.
Cultura: Institutos, Historia del lugar, Música, Ecología, Deporte.
Caridad: justicia, marginados, migrantes…
Mayores: Residencias, Centros de Día.
Difuntos: exequias, familias.
No cabe duda de que muchos de ellos son ámbitos de especial complejidad; ámbitos que dependiendo del lugar pueden estar más o menos lejanos a nuestro propósito, pero lo ilusionante de esta misión es la posibilidad de abrir caminos de encuentro, acercarnos y ser capaces de encontrar ámbitos comunes de entendimiento, descubrir los puntos de enganche con la cultura y el momento actual.
La pluralidad de los mismos nos llevará a tener que considerar de una manera muy concreta qué posibilidades concretas existen y poner en marcha líneas de acción audaces y creativas.
Puede que en algunos ámbitos ya estemos trabajando y será necesario intensificar algún aspecto. En otros, será necesario iniciar el trabajo sin la pretensión de tener que fijar objetivos no pertinentes ya que estamos ante un camino que empieza.
Será preciso que cultivemos la capacidad de abrirnos a la universalidad , como posibilidad de auto enriquecimiento, sin miedo ni temor, sino descubriendo las semillas dispersas por el mundo que hablan de Dios, y que también nosotros tenemos que descubrir. Abrir los ojos y el corazón ante un mundo donde Dios se hace presente. Acercarnos a las pobrezas desde nuestra propia pobreza, pero con la riqueza que solo Cristo es capaz de dar. Ser instrumentos pobres portadores de la mayor riqueza. Vivir sin miedo este apasionante proyecto que abarca a la ecología, al pobre, al despreciado, al triste, al enfermo, al desconcertado, al buscador, al que ha fracasado…en definitiva a los hombres y mujeres de este momento concreto.
Ante esta pluralidad y complejidad se puede tener la tentación de mantener distancias, e incluso, al estar invadidos por el temor o la comodidad, alejarnos de las circunstancias y las personas. Este hecho nos desviaría del camino propuesto por Jesucristo, y nos llevaría a encerrarnos en nuestras pequeñas seguridades, distanciándonos así del Dios que se manifiesta de manera especial en los más vulnerables. Solo desde ese acercamiento y mostrando ternura, descubriremos que “cuando lo hacemos, la vida siempre se nos complica maravillosamente y vivimos la intensa experiencia de ser pueblo, la experiencia de pertenecer a un pueblo.”
Recordemos que la actitud misionera y la mística de la misión es esencial a la vida del cristiano y, por tanto, no se encierra en un solo año. Será necesario seguir caminando y acompañando en el futuro, por ello, cada paso que se pueda ir dando en este momento especial, será una bendición para todos.
Adelante, pues, a ¡Acompañar y Fructificar!