
Deja que te brote el asombro al ver cómo Dios visita con su amor a María y a José y, en ellos, a todos los pobres de la tierra.
Te alabo Dios mío por tu saludo de gracia.
Me alegro de que para ti nada haya imposible.
Me gozo con tu voluntad de embellecer a la humanidad.
Te bendigo por María, madre de la fe
Te bendigo por José, el hombre del silencio
y testigos de esperanza para los pobres.
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