Torbellino de energía para las cosas de Dios

Hoy Sábado, 30 de diciembre recibe eterna sepultura a las 10 de la mañana en la parroquia de San Pedro Apóstol de Güímar- Tenerife. 

Dña. Marta Díaz Martín como colaboradora insigne de la Diócesis Nivariense.

Es difícil plasmar en unas pocas palabras toda la riqueza que aportaba una persona en la vida de la Comunidad, partiendo de esta premisa y con la sencillez que caracteriza a Doña Marta intentaré desvelar unos trazos de su persona.

Doña Marta Díaz Martín, que nació en Güímar y desde joven estuvo siempre al servicio, ayudaba al cuidado de su hermana que sufrió una dura enfermedad, de sus tías mayores, a su madre, nos cuentó también una tarde que a pesar de los momentos difíciles que en algún momento le había tocado vivir nunca ha perdido la fe.

En su carácter, fue una persona muy alegre, moderna, a la que le gustaba compartir anécdotas de su juventud, de las fiestas, de sus amigos, que disfrutó en plenitud. Era también una persona de carácter firme, comprometida.

Antes de ser sacristana, Doña Marta colaboró en la vida de

la parroquia en lo que pudo, dadas sus circunstancias personales y familiares, y siempre tuvo una vinculación especial con la parroquia de Santo Domingo de Guzmán pues su hermano Pepe era mayordomo de la Sagrada Imagen de Santo Domingo de Guzmán, que allí se venera, y servicio que ella continuó a la muerte de su hermano, pues pasó a ser Camarera de la Sagrada Imagen, tarea que siguió ejerciendo hasta sus últimos días con la inestimable ayuda de su cuñada, Doña Carmen y de inestimables colaboradores,

En su vida, siempre su fe ha sido un pilar y cuando Don Domingo Guerra Pérez, párroco entonces de las Parroquias de Güímar de Santo Domingo de Guzmán, por su vinculación con Santo Domingo, le propuso ser sacristana, en sustitución de Doña Julia Yanes, otra mujer ejemplar en el servicio que lo tuvo que dejar por su avanzada edad y su precaria salud, ella sin dudarlo tomó el timón de la parroquia.

Desde ese momento ejerció sus funciones como sacristana, con la certeza de que su tarea era una tarea de servicio, y de que todo lo que hace es para mayor gloria de Dios, y bajo la autoridad de quien es cabeza visible de la parroquia, su párroco. Gastó su tiempo con dedicación encomiable, siempre atenta a lo que faltaba, a que todo estuviese dispuesto, quienes con ella colaboramos sabemos de su firmeza, de su compromiso, de su responsabilidad. Capitaneaba las limpiezas del templo todos los sábados, sabiendo delegar, consciente de que por su edad había tareas que no podía hacer, sin embargo esto no la paraba, mientras se limpiaba, ella preparaba las cosas del altar, los ornamentos, era en definitiva un torbellino de energía para las cosas de Dios.

Además de su labor de sacristana y de camarera de la imagen de Santo Domingo realizaba múltiples tareas y así repartía la hoja parroquial por su barrio, durante muchos años ayudó a contar las colectas, visita enfermos, formó parte del Consejo Parroquial, durante mucho tiempo dirigió el rezo del Santo Rosario, y estuvo al servicio en cuanto sabe se necesita.

Su espíritu joven le hizo aprovechar cuanto la vida parroquial le ofrecía, a pesar de su edad, participaba en la formación de adultos con un grupo que se formó cuando visitó la parroquia Don Bernado siendo vicario, proponiendo desde la delegación de catequesis la formación de adultos, y en ello siguió año tras año y preparándose con ilusión para conocer los fundamentos de su fe; participaba en los retiros, en las vigilias, en talleres de oración porque en su caminar había descubierto el poder de la oración.

Muchos de los sacerdotes de la Diócesis que han pasado por Güímar saben de su buen hacer, de su respeto, de su disponibilidad y acogida, también quienes ha tenido la oportunidad de conocerla en alguna visita, saben de su buen hacer y para quienes compartimos con ella la vida de comunidad es un ejemplo de entrega y servicio, poco más cabe decir.

Fuente: Comunidades Parroquiales de Güímar- Tenerife.