
María, Madre de Dios y Madre nuestra, que estuviste con Jesucristo al comienzo de su vida y su misión, concédenos acoger la llamada de tu Hijo con la docilidad y la humildad que tú la recibiste. Haz que respondamos con un “Si” fiel y perseverante y acompáñanos con tu protección de Madre en nuestro tiempo de Seminario y nuestro ministerio sacerdotal.
Amén.
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