El periódico “Tribuna de Tenerife” publica en su número de junio, una entrevista al Obispo Nivariense en la que se repasan diferentes temas importantes como son la situación actual de la Iglesia Católica, la pobreza que sigue existiendo en Canarias o la presencia de las nuevas tecnologías en la Iglesia, entre otros.
  • La Iglesia Católica está viviendo una nueva era con el Papa Francisco, ¿qué significado tiene para usted esta nueva etapa?
Ante todo, pienso que es un llamamiento a toda la Iglesia para que llevemos una vida cristiana integral, más auténtica, centrada en Cristo y abierta las necesidades materiales y espirituales del mundo. Con dos palabras, “discípulos misioneros”. El Papa Francisco define la identidad cristiana de esta forma: ser verdaderos seguidores de Jesucristo y anunciarlo a los demás con obras y palabras. Esto, él lo desarrolla en “Evangelii gaudium” (la alegría del Evangelio) que es el documento programático de su pontificado. Ahí aparecen cuestiones como la renovación de las estructuras de la Iglesia, salir a las periferias sociales y existenciales de la sociedad a servir a la gente, particularmente a los que la sociedad tiende a descartar. Habla, también, de afrontar desde el evangelio los desafíos de la sociedad actual, de la irrenunciable dimensión social de la evangelización, con la consiguiente solicitud por los pobres, la lucha por la justicia, la construcción de la paz social. En definitiva, el Papa nos quiere poner a todos en “salida misionera”, para que como Jesucristo salgamos al encuentro de la gente y no nos quedemos en “el nido” de nuestros ámbitos eclesiales.
  • La Iglesia tiene que acercarse a las personas, ¿qué estrategias deben realizar para esta cercanía? ¿Es difícil acercarse a la sociedad?
La Iglesia como conjunto de todos los bautizados ya está presente en la sociedad, pues los cristianos están en ella como cualquier ciudadano y forman parte del tejido social. Lo importante es que esa presencia sea significativa, es decir, con incidencia en las relaciones humanas y en las estructuras económicas, políticas y sociales, aportando los criterios propios de la doctrina cristiana. En una especie de vasos comunicantes, entre la Iglesia y la sociedad en su conjunto, cuando se establecen relaciones de diálogo y cooperación, se produce un enriquecimiento mutuo. La forma como la Iglesia se acerca a las personas parte del respeto a cada uno en su situación y se desarrolla a través del conocimiento mutuo, de una relación positiva, de cooperación en proyectos comunes, etc.  La misión evangelizadora de la Iglesia es siempre una invitación a conocer a Jesucristo y a creer en Él. Para ello es necesario estar presente en la vida de la sociedad, compartir la vida de la gente en sus alegrías y sufrimientos, y ofrecer de forma explícita el mensaje del Evangelio a quien quiera escucharlo.