ACTUALIDAD

viernes, 20 de julio de 2018

Tres tipos de creyentes

Fuente: Claretianos de Bética.

En las novelas de Graham Greene suelen aparecer tres tipos de personajes. Para el novelista inglés sólo hay tres posturas “ante este mundo visible, monstruoso y omnipotente”. Porque o bien se acepta este mundo, renunciando a las propias aspiraciones e ideales para hacer “carrera”; o bien se niega este mundo y se hace como si no existiese fabricándose un mundo imaginario y convenciéndose de que ese mundo inventado es el verdaderamente real; o, por último, se entra en lucha abierta con élasumiendo con todas las consecuencias este combate.
Tal vez esta división sea demasiado tajante y pesimista, pero es sustancialmente verdadera. Y, consiguientemente, esos tres tipos de seres están no sólo en las novelas de Greene, sino también entre los que nos decimos seguidores de Jesús. Los podemos reconocer en las reacciones que asumen sobre todo cuando aparecen las crisis más frecuentes: el desaliento, el cansancio, el pesimismo, la conciencia de derrota, el escepticismo y seguramente que algunos más. ¿Cómo podríamos reconocerlos? ¿En cuál de estos tipos te encuadras?
  • El género de los que se “amoldan” parece ser el más abundante. Se resignan a la evidencia de las negras estadísticas, carecen de ilusiones, cargan con una vida cristiana que no aman y, al no vibrar por ella, la sustituyen inconscientemente por otras cosas más agradables: El deporte, los viajes, el consumo, la diversión,…
  • El segundo tipo de cristianos también abunda. Estos iniciaron su vida cristiana con entusiasmo. Pero pronto se dieron cuenta de la dureza de la tarea. La prueba de la fidelidad les fue llenando de complicaciones y heridas. No querían tirar la toalla, pero tampoco tenían coraje para afrontarla. Y encontraron una salida “honorable” escurriendo el bulto: “Con estos curas no se puede”; “no me apoya mi familia”; “esta iglesia es retrógrada”… Terminaron pensando que las cosas no cambiarían nunca. Y en cuanto pudieron, se evaporaron.
  • Otros, -¿pocos,… muchos?-, siguen en la brecha. Quieren luchar contra las difíciles adversidades de la fe porque hay mucho en juego. Apuestan por entregarse no porque sea cómodo o fácil, sino porque aman apasionadamente a Jesús. Nunca se obsesionan porque las cosas funcionen, sino por ser fieles a sí mismos. Se convierten un poco en bichos raros. Aprendieron que la vida cristiana tiene algo de calvario. Cuando se cansan, saben tirar de las bridas de su alma y volver incesantemente a su gran tarea: creer que aún es posible el seguimiento. Saben de fracasos, pero siguen adelante. Se toleran a sí mismos sus flaquezas, pero jamás el desaliento.
En el fondo, somos conscientes de que lo que se nos pide es ante todo fidelidad, «un amor que resiste al desgaste del tiempo» (Rovira Belloso).
Juan Carlos Martos, cmf

No hay comentarios:

Publicar un comentario