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domingo, 13 de enero de 2019

«Estamos sacando de la prostitución a miles de niñas en Sierra Leona»

ALBERTO LOPEZ 4

Fuente: Archidiócesis de Burgos. 


Alberto López Herrero nació en 1972 en Salamanca, donde ha vivido hasta hace 5 años que reside en Madrid. Periodista de profesión, ha sido director de El Adelanto de Zamora y redactor jefe de El Adelantode Salamanca entre los años 1998 y 2010. Casado y con dos hijos, actualmente es portavoz del departamento de comunicación de Misiones Salesianas en Madrid, donde se encarga de las relaciones con los medios y del contacto con las misiones de 136 países, así como de las redes sociales y contenidos de la página web, además de las publicaciones, revistas y realización de documentales. Su último trabajo audiovisual es el corto titulado Love, rodado en Sierra Leona y presentado recientemente en Burgos, sobre el rescate por parte de los salesianos de miles de niñas de la calle dedicadas a la prostitución.

Love, dirigida por Raúl de la Fuente, «es una historia de amor en mayúsculas y es también una historia de sueños, porque son chicas acostumbradas a un amor carnal, de uso y abuso, que se encuentran de repente con un amor verdadero y deciden cambiar sus vidas gracias a ese amor que nunca han tenido y también por medio de la educación que se les ofrece, lo que supone hacer realidad el sueño de sus vidas: dejar las calles, abandonar la prostitución y ganarse la vida con dignidad, con su trabajo», explica el periodista.

En Sierra Leona, el país más pobre del mundo, hay violencia a flor de piel contra los niños, enfermedades y mucha pobreza. «Las niñas se prostituyen porque son pobres, lo hacen para sobrevivir, ganando apenas 50 céntimos, como mucho un euro o poco más al día, sin valorar el riesgo que corre su salud de contraer enfermedades, sin ningún tipo de asistencia médica, ni de higiene, ni alimentación adecuada. Es triste porque son niñas que, desde los 9 años, no encuentran otra salida que la prostitución para poder comer, son niñas haciendo el trabajo de adultas», lamenta.

En ese contexto, los salesianos intentan buscar una salida. «Desde siempre en el ámbito salesiano, el carisma de Don Bosco nos ha inculcado la protección a los menores y la importancia de la educación. En el documental Love lo contamos, cómo ha surgido un proyecto para que tengan un hogar, que puedan alimentarse, tener asistencia sanitaria, condiciones higiénicas de agua y sobre todo formación, con el fin de lograr su reintegración familiar, aunque hay situaciones muy duras, porque algunas son huérfanas y tienen la familia muy alejada y distanciada, pero buscamos su reintegración en la familia. En la actualidad más de 200 niñas ya han salido de las calles y están con sus familias, ese es el programa principal, que llamamos Girls shelter plus, un refugio de chicas».

Una esperanza de cambio y de convivencia

El Gobierno siempre ha recurrido a los salesianos cuando tiene problema, asegura Alberto. «Ya lo hizo con el ébola para intentar frenar la enfermedad y en las inundaciones para acoger a las personas que se quedaron sin hogar, pero existe mucha corrupción en el país. Sí que podemos destacar que el nuevo presidente nos conoce y ha expresado su apoyo y también la primera dama estuvo en Ginebra en la presentación de este documental, lo que es un buen detalle», matiza. «Además, el Gobierno ha sacado una orden para que no se detenga a las chicas de la calle y la Policía las lleve a la residencia salesiana».

Alberto advierte que los salesianos no hacen «proselitismo religioso»: «En este documental aparece una enfermera musulmana, lo que supone una muestra de respeto al trabajo de todos. No pretendemos convertir a nadie, sino buscar que todos tengan las mismas oportunidades, descubrir el potencial bueno de todos, como decía Don Bosco. En Sierra Leona se convive con otras religiones, como los musulmanes moderados, debe haber sitio para todos y los salesianos queremos ofrecer una esperanza de cambio y de convivencia».

En esta misión, la comunicación es muy importante, pero, tal como reconoce el periodista, «a veces se hacen cosas muy buenas, pero tenemos que reconocer que nos cuesta mucho comunicarlo. Los misioneros no dan importancia a lo que hacen y eso supone que todo se considere normal y su trabajo, por muy extraordinario que sea, pasa desapercibido y se convierte en algo normal».

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