Madre, María de la Candelaria, tómanos en tus brazos y preséntanos a Dios “.
La Basílica de Candelaria acogió este dos de febrero, solemnidad de la Presentación del Señor, la eucaristía en el día de la fiesta litúrgica de la patrona de Canarias.
El obispo Nivariense presidió la misma en un templo lleno de fieles. En el mismo se encontraban la alcaldesa del municipio mariano y su Corporación Municipal; el presidente del Cabildo de Tenerife, dos consejeras del Gobierno de Canarias, alcaldes de otros municipios, miembros de las Cortes Generales y del Parlamento de Canarias, así como las autoridades militares encabezadas por el teniente general jefe del Mando de Canarias
La Misa fue cantada por Unión Artística El Cabo, de Santa Cruz de Tenerife. Debido al viento, la procesión de la Imagen de la Virgen alrededor de la Plaza de la Patrona de Canarias no pudo hacerse.
El obispo subrayó tres cuestiones principales en la homilía. En primer lugar, Jesús en brazos de María. Partiendo de una estampa vivida durante la pasada “visita” de la imagen de la Virgen de Candelaria a la zona metropolitana, que fue portada en un rotativo tinerfeño, la de un padre alzando en brazo a un niño para presentarlo a la Virgen, el prelado puso voz a ese momento para pedir a María: “Igual que hiciste con tu hijo Jesús, coge a mi niño en tus brazos, preséntaselo a Dios, cuida de él”.
“Pero nosotros, los adultos, no necesitamos que nos lleven en brazos ante la virgen, aquí hemos venido por nuestra propia voluntad, por nuestro propio pie o ayudados por otros. Somos nosotros lo que deseamos que María nos cojas en sus brazos, tal como somos, con la verdad de nuestra vida, una vida de virtudes y defectos, aquí estamos con nuestra historia pasada y presente, con nuestras alegría y tristezas, con nuestras ilusiones y esperanzas, con nuestras inquietudes y preocupaciones, … y así, tal como somos cada uno le decimos: “Madre, María de la Candelaria, tómanos en tus brazos y preséntanos a Dios como algo tuyo, como tus hijos que llevas el corazón”.
En segundo lugar, Jesús en brazos de Simeón. Álvarez invitó a “coger nosotros a Jesús y manifestar nuestra fe”: acogerlo y anunciarlo”. Cuánto bien nos hace, como Simeón, tener al Señor «en brazos». No sólo en la cabeza y en el corazón, sino en las manos, en todo lo que hacemos: en la oración, en el trabajo, en la comida, al teléfono, en la escuela, con los pobres, en todas partes” – aseveró citando al Papa.
Desde esta idea quiso subrayar la importancia de “acoger a los demás en nuestros brazos”, hacernos cargo de las necesidades ajenas, cuidar de los otros, ser servidores, sabiendo que lo que hacemos a los demás a Jesús mismo se lo hacemos. En este sentido, una vez más, desde la imagen evangélica de los ancianos Simeón y Ana, hizo un llamamiento a cuidar de los mayores, acompañarles, mostrarles afecto, gratitud, acompañarles, etc.
Y, en tercer lugar, expuso que esta fiesta nos recuerda que Jesús es la luz del mundo y los cristianos son llamados a ser luz, a pensar, sentir y actuar como Cristo para disipar las tinieblas del mundo. “San Pablo nos enseña que toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz. Las tinieblas, por el contrario, significan maldad, ignorancia, pecado”- propuso para ir terminando su intervención.
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