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sábado, 30 de marzo de 2019

«La Iglesia actual necesita un impulso para adaptarse a los nuevos tiempos»

FRANCISCO CABRERIZO 2

Francisco Cabrerizo pertenece a la parroquia de la Inmaculada y desarrolla su compromiso político y social como cristiano participando intensamente en el mundo del asociacionismo.

Fuente: Archidiócesis de Burgos. 


Francisco Cabrerizo de León nació en Tudela (Navarra) en 1960. Desde 1992 vive en Burgos con su esposa y sus tres hijas. Es analista químico de profesión y pertenece a la parroquia de la Inmaculada, donde colabora en lo que le piden. También ha participado como miembro de la Iniciación de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) y desarrolla actividades en diversas asociaciones, como la Plataforma para el Desarrollo de Burgos, de la que es portavoz, Asociación Heras de Gamonal, en la que ejerce como secretario, y es miembro de la Plataforma por la Sanidad Pública de Burgos y de la Asociación Saltando Charcos. Además, es delegado de Comisiones Obreras en la empresa en la que trabaja.

A la vista de sus numerosas actividades, no hay duda de que es un ejemplo de cristiano activo dentro del asociacionismo. «Es parte de mis convicciones que el cristiano debe estar implicado en la sociedad en la que vive y participar de sus problemas y colaborar en las soluciones», sostiene. «El cristianismo no puede convertirse en un mero cumplimiento de normas, porque Jesús nos enseñó que debemos amar al prójimo como a nosotros mismos y eso implica ponerse al lado de quienes nos necesitan. El cristiano debe vivir su vida junto a quienes le rodean, formando parte activa de la sociedad en la que vive. No podemos ser cristianos desde el individualismo, porque entonces no podemos quejarnos cuando hablamos de una sociedad egoísta en la que solo cuenta uno mismo».

En ese compromiso, asegura, es imposible prescindir de la política, «porque la política interactúa en nuestra manera de vivir», argumenta. «Hablo de la política en general, en la que se deciden aspectos tan importantes como un salario digno, el acceso a la vivienda y los derechos de la gente y el bienestar social, de esa política no se puede prescindir, aunque eso no quiere decir que haya que pertenecer a algún partido político, porque es posible implicarse en la política sin estar necesariamente en algún partido».

Francisco tiene claro que el compromiso del cristiano debe estar en la defensa de los intereses de los ciudadanos «y especialmente de los más débiles, de quienes menos tienen. No es nada nuevo, el Evangelio nos pide estar al lado de los pobres, y además el cristiano cuenta con la Doctrina Social de la Iglesia, de la que se habla poco, pero que es muy importante y nos demuestra que es compatible la implicación política, incluso desde los partidos, con la fe que profesamos los cristianos».

Perder el miedo

Reconoce que, aunque se han dado algunos pasos para facilitar ese compromiso de los cristianos con la política, aún falta mucho: «El principal problema que tiene la Iglesia actual es que no ha sabido conectar con los jóvenes y con sectores amplios de la sociedad y eso es muy grave. Existe un desarraigo social de la Iglesia provocado en parte porque la sociedad se ha ido alejando de Dios y la Iglesia no ha puesto en valor su Doctrina Social, que no excluye a nadie, porque Jesús jamás excluyó a nadie. Es necesario un acercamiento a la realidad social y a los no creyentes, a la sociedad en general y especialmente a los jóvenes. Eso implica en muchos casos perder el miedo».

A esto añade que existe «un miedo muy particular, que parte de los propios cristianos, a reconocer que lo son. Hay muchos cristianos en los distintos ámbitos de la sociedad que están haciendo una gran labor y cuyo esfuerzo es reconocido por todos, pero existe un cierto temor en ellos a decir que son cristianos, porque se ha vinculado a la Iglesia con ideas conservadoras, a veces retrógradas, y no beneficia a la imagen de nadie decir que es cristiano. Esa es una realidad muy triste, porque el cristiano tiene que comenzar a reconocerse como tal y no esconder su condición de creyente. Particularmente me esfuerzo por decir allí donde estoy que soy cristiano y reconocer que asociaciones de vecinos como Eras de Gamonal nacieron de una reunión en la parroquia. No tenemos que avergonzarnos de nada y destacar que la Iglesia y los cristianos estamos ahí».

La Iglesia debe emprender un proceso de renovación que suponga un acercamiento a toda la sociedad y a la gente no creyente, una iglesia de puertas abiertas y de brazos extendidos, capaz de acoger a todos sin excluir a nadie.

Este cristiano comprometido con la realidad social considera que la Iglesia necesita un impulso importante desde dentro, «y yo diría que es fundamental que venga desde las altas esferas, un impulso como el que supuso el Concilio Vaticano II, que no ha terminado de desarrollarse todavía y que fue una gran esperanza para toda la Iglesia. La Iglesia debe emprender un proceso de renovación que suponga un acercamiento a toda la sociedad y a la gente no creyente, una iglesia de puertas abiertas y de brazos extendidos, capaz de acoger a todos sin excluir a nadie. Y esto no supone en absoluto cambiar aspectos doctrinales que son la base de nuestra fe, sino adaptarse a los nuevos tiempos y aportar luz en el camino a muchas personas que han prescindido de Dios en sus vidas y a las que debemos llegar desde el respeto a todas las opiniones y maneras de entender la vida, porque Dios no excluye a nadie».

«La parroquia es parte muy importante, pero el impulso que necesita la Iglesia va mucho más allá de las parroquias», advierte, «afecta a toda la Iglesia y el Papa se está esforzando en marcar una nueva imagen de la Iglesia, alejada de la que muchas personas tienen, de cercanía con el poder, y próxima a la que necesita nuestro mundo y reclaman las nuevas generaciones, al lado de quienes viven la pobreza, la guerra y han tenido que abandonar su país».

En cuanto a si el cristiano debe o no integrarse en partidos políticos, opina que «el cristiano sí debe implicarse en la política, pero no la Iglesia, que creo que debe mantener su independencia». Además, dice,  Por supuesto, el cristiano debe valorar mucho en qué partido está y a quién otorga su voto. Es fundamental que existan unos valores de integración social, aceptación de las personas vengan de donde vengan, y el respeto profundo a los valores religiosos y morales», concluye.

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