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domingo, 26 de mayo de 2019

Llegan las primeras comuniones, un acontecimiento… ¿religioso o social? ¿Son los padres conscientes de su responsabilidad en la educación de sus hijos en la fe? ¿Qué está fallando?

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Primera comunión… ¿Y última?


Fuente: Archidiócesis de Burgos. 

Con la llegada del mes de mayo, las parroquias se convierten en verdaderas pasarelas de moda y el mercado de las nuevas tecnologías, sobre todo, hace su agosto. Puede parecer exagerado y los datos, desde luego, desconcertantes, pero lo cierto es que en una sociedad cada vez más secularizada, y con un descenso acusado de la natalidad, las cifras de primeras comuniones en nuestra diócesis se mantienen: 2.181 en el año 2014, 2.042 en 2015, 2.039 en 2016, 2.023 en 2017 y 1.837 el pasado año. La previsión para este no se desvía de la tónica de los años anteriores. A pesar de ello, y sin ser catastrofistas, la primera comunión será para algunos de esos niños también la última.

Entre los sacerdotes y catequistas existe una preocupación general por conseguir que la celebración de la primera comunión se viva como un momento importante de un proceso de fe y no como un montaje, un acto de compromiso de carácter social, en el que se da más importancia a cuestiones secundarias como las fotos, los obsequios, los banquetes…  Algunas familias llegan a gastarse hasta 8.000 euros en la celebración. Hoy incluso se reparten entre los invitados listas de regalos similares a las de boda pero, tal como cuentan en la librería diocesana, hay quienes se niegan a plegarse a los caprichos tecnológicos (triunfan entre los objetos más deseados por los pequeños las tabletas, los móviles y los videojuegos). Sobre todo las abuelas y algunos padrinos comprometidos, los que se decantan por regalos religiosos «puros y duros», apunta Enrique Díez. Aunque la librería ofrece un amplio abanico de regalos (libros infantiles no solo religiosos, álbumes de fotos, rosarios, detalles en plata, juegos de mesa), cada vez más se eligen, además de biblias, los primeros libros de oraciones, biografías de santos adaptadas a los niños, libros del papa Francisco…

Una de las principales dificultades que se detectan, según una consulta realizada en abril de 2016 a arciprestazgos, parroquias y catequistas sobre los itinerarios de iniciación cristiana en nuestra diócesis, es que pese a que los padres se implican bastante en todo lo que se refiere en las cuestiones organizativas de la celebración, existe gran desinterés por la vivencia de la fe, la maduración cristiana de sus hijos, su propia formación cristiana. Este desinterés en ocasiones se transmite a los hijos, que van obligados a asistir a catequesis, o acuden con mala actitud, situación agravada porque los niños están sobrecargados de actividades extraescolares y se constata cierto absentismo.

Otro de los problemas es la falta de asistencia a la misa dominical, sobre todo cuando la catequesis se da entre semana y si los padres no van, aunque esa carencia a veces se suple por los abuelos, que están jugando un papel muy importante en los procesos de iniciación cristiana de los niños.

Lo corrobora Mercedes Iglesias, coordinadora de catequesis de la parroquia Hermano San Rafael, en la que este curso acuden a catequesis aproximadamente 200 niños y niñas entre los tres cursos (Despertar Religioso, 2º y 3º de Primaria) de lo cuales se ha preparado a 80 para recibir este año la primera comunión. «Es triste ver cómo hemos convertido, en muchos casos, las primeras comuniones en un acto social, en lo que más importante son el banquete, los vestidos, los regalos… Se han convertido en fiestas familiares donde lo que menos importa es Jesús».

Por una catequesis más vivencial

A pesar de ello, reconoce aspectos positivos:  «Los niños asisten muy contentos a catequesis. Se sienten bien acogidos y consideran a la parroquia como algo suyo. En cuanto a la participación de los padres, se mantiene con ellos reuniones periódicas, se les invita a que trabajen con sus hijos la catequesis, a que les ayuden a aprender las oraciones y recen con ellos, a que asistan juntos a la eucaristía del domingo… recordándoles siempre que ellos son los primeros educadores de la fe de sus hijos». En este punto, también Merche constata la importancia del papel que desempeñan los abuelos: «De ellos aprenden las primeras oraciones e incluso les acompañan a la eucaristía».

«Es triste ver cómo hemos convertido, en muchos casos, las primeras comuniones en un acto social. Se han convertido en fiestas familiares donde lo que menos importa es Jesús».

«La ilusión y convencimiento de la recepción del sacramento de la eucaristía se confirma en que no son pocos los niños que después de la primera comunión siguen acudiendo a recibir el sacramento, bien solos o acompañados de sus padres o abuelos. Y lo mismo se puede decir del sacramento de la penitencia». No obstante admite que después de la comunión, en los cursos siguientes, de 4º, 5º y 6º, el número de niños que continúan asistiendo a catequesis va descendiendo: «Tienen otras actividades, por ejemplo el fútbol, que les atrae más».

El caballo de batalla es, sin duda, hacer una catequesis más vivencial, no tan escolarizada ni tan centrada en los sacramentos, y en ello se está trabajando. «La catequesis no es una clase de Religión», subraya Mercedes. «Se imparte de forma vivencial,  sin olvidar la doctrina. Coincidiendo con tiempos litúrgicos Navidad, Semana Santa, o campañas determinadas, como el Domund, la Infancia Misionera, etc., se les refuerza con proyecciones adecuadas. Especial es la convivencia para la  preparación a la primera confesión y primera comunión. Reforzamos estos sacramentos con material adecuado y audiovisual que trabajan juntos, para finalizar con adoración eucarística». También destaca que, dentro de la sesión de catequesis, los chavales disponen de un tiempo para acercarse al oratorio, donde van a aprendiendo a orar de forma personal. «Este es un momento especial para ellos, se sienten muy a gusto y expresan sus sentimientos hacia Jesús de forma espontánea. Es una experiencia muy enriquecedora de encuentro de los niños con Jesús».

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