Fuente: Jóvenes Católicos.
Hola soy José Gabriel, seminarista de la Diócesis de Valencia, tengo 19 años y por mi experiencia personal puedo ver y decir que faltan vocaciones, aunque esta mirada sea muy humana, de querer de una manera muy intensa ver las parroquias, seminarios, conventos y monasterios llenos de jóvenes consagrados y comprometidos, pero el Señor ya nos lo advirtió, la mies es mucha y los obreros son pocos, y aunque es verdad esto también lo es que Él mismo nos pidió que le pidiéramos al Dueño que envíe obreros.
Por lo tanto, aquí yo entro en un pequeño dualismo, ya que los que estamos en camino, de la vocación, lo estamos supuestamente porque Él así lo quiere, y somos el número que él quiere y no más.
Pero por otra parte estoy seguro que, como el Señor se vale de todo, a los que nos llama lo hace para que estemos con Él, por lo tanto al estar con Él en esa comunión se encuentra el testimonio de la persona, en la cual muchos otros se puede sentir identificados, y hacer sentir un atractivo hacia la consagración, que aunque todo es cosa de Dios, es también responsabilidad nuestra, y ese testimonio, no son solo campañas vocacionales , que también , sino vivir al dia con fidelidad al Señor, siendo el amor , ya “que viendo como os amáis verán que sois mis discípulos”(Jn 13,35), aunque a veces cueste, sea donde sea, siendo semilla de esa alegría que del encuentro con Cristo, sin vergüenza de demostrar lo que sentimos, dándonos, siempre desde la sencillez, ese amor, cariño y comprensión que mucha gente, por desgracia no tiene ni conoce.
Soy consciente de que la vocación no solo se reduce a la llamada al sacerdocio y a la vida consagrada, pero primero quiero hablar sobre esta, ya que son las más llamativas.
Gracias a Dios en la Iglesia Diocesana no se ha cerrado el “grifo” de la vocaciones, aunque si es verdad que el número, para las necesidades que hay es muy reducido, pero sí que es vedad que existen todavía adolescentes que ya se lanzan a la piscina de la vocación desde los doce años en el Seminario Menor, que también hay chicos que con dieciocho años entran al Seminario Mayor.
Para la vida religiosa la cosa es mucha más compleja, ya que hay un gran número de realidades, a las que hay que conocer y querer con sus características, tanto los que no somos religiosos, como los que lo son para que exista una verdadera fraternidad entre las congregaciones, que no se conviertan en una competición de haber quien tiene más vocaciones. Por regla general las congregaciones no tienen gran número de chicas ni chicos jóvenes que entran a la vida de apostolado, de clausura o al monacato, aunque si existen, un ejemplo de esto es nuestra querida monja youtuber benedictina Sor Marta, que entró en el monasterio a los dieciocho, y ahora tiene veintitrés y de estos hay muchos más.
El mundo se está globalizando, y la Iglesia también, por eso no es extraño ver en una comunidad religiosa o Diócesis ,en el que existen consagrados de distintas partes del mundo, aunque los de nuestra querida tierra ibérica sean jóvenes la minoría. Cosa que nos tiene que hacer preguntarnos ciertas cosas.
Hablando de la comunión creo que es muy importante que cada uno se sienta hijo de Dios, y por tanto hijo de la Iglesia, la unión entre movientes y realidades, como congregaciones religiosas y clero diocesano es muy importante , ya que no podemos olvidar que estamos haciéndolo todo por el Mismo, un solo Espíritu y un millón de carismas, en la Evangelii Gaudium, el Papa Francisco nos habla de la importancia de la unidad en las distintas realidades eclesiales. Que esto nos impulse a nosotros los jóvenes a estar comprometidos a una parroquia en comunión a los jóvenes de la Diócesis, en sus actividades y vigilias, ya que viviendo unidos el camino es más fácil, viendo que no estamos solos, sino que somos una gran multitud.
Por favor, no dejéis de pedir por las vocaciones, para que el Señor llame a muchos jóvenes, y nos de perseverancia a los que están llamados, espero que mi opinión os haya sido útil y desde aquí os animo sinceramente a todos a que seáis verdaderamente felices, cerca del Señor, y podáis encontrar en la parroquia una verdadera casa de puertas abiertas.
Un saludo
José Gabriel Mateu Vila
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