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viernes, 15 de mayo de 2020

500 palabras para celebrar San Isidro

«Las cosas que estimulan nuestro espíritu son intangibles: los viejos bosques, un río claro, el vuelo de un águila, el aullido de un lobo, el espacio y el silencio sin ruido de motores. Esos son los valores que las personas buscan y que todos necesitan» (George B. Schaller)
Dicen que lo que confirma la locura no es que uno hable sólo, sino que se conteste. Tengo un amigo que habla con las viñas; pero es que además le contestan; les pregunta por su salud y por aquello que necesitan; y ellas le dicen el qué y el cuánto (sólo entonces prepara un abonado o un algún tratamiento); no es un loco; es director en la Ribera de Duero de una bodega perteneciente a un grupo riojano importante. Practica biodinámica y agricultura ecológica. Es un contraste elocuente a cuantos vivimos de espaldas a la Tierra o a la tierra; ni le hablamos ni esperamos respuesta. Qué pena, lo que nos estamos perdiendo.
San Isidro nos recuerda la posibilidad de ser felices y de ser buenos en el duro trabajo; también debería recordarnos y enseñarnos algo en relación a la tierra y a la agricultura.
No quiero traer aquí los graves problemas del medio rural y de la agricultura; de sobra el que quiere los conoce. Pero sí me gustaría recordar que el abandono del medio rural y de la agricultura es un problema de todos, pues las consecuencias que va a tener en los ecosistemas nos atañen a todos, la pérdida de una cultura de relación con la tierra y de una cultura rural está ya en el período de irreversibilidad. Y la sensibilidad y los valores que nos aporta el contacto con la tierra para muchos es cosa de otro planeta o de otras épocas.
La relación con la tierra, cogerla entre las manos, estrujarla, sembrar y plantar, regar y ver crecer, es un ejercicio espiritual para el ser humano… conocer la tierra, y el entorno es conocer lo que hace posible la vida. La vida depende de una fina capa de 15 cm alrededor de la tierra ¿por qué maltratarla, desconocerla, ignorarla, despreciarla? Dicen los expertos que en un puñado de tierra hay más biodiversidad que toda la que hasta el momento conocemos en el resto del Universo. Y este milagro ¿no nos dice nada? Como diría mi amigo Toño… es espacio sagrado, un paso atrás de respeto. No olvidemos que somos tierra, y en tierra nos convertiremos.

Podemos hacer la prueba y ver como estamos de lectura de la realidad natural. Salgamos al campo, tratemos de poner nombre a las plantas que vemos, a los animales, a los minerales, a la textura de la tierra; y si no sabemos sus nombres, veamos si sabemos cómo viven, de qué viven, qué función cumplen. Bien poco sabemos.

La relación con la tierra entrena nuestra sensibilidad. Nos ayuda a ser mejores, más sensibles, más pacientes, más amables, más observadores. La relación con la tierra trabaja nuestras raíces para que nuestra relación con las personas y los animales sea mejor, nuestro respeto al medio ambiente más profundo y espiritual.
Y deberíamos hacer la prueba de preguntar a la Naturaleza y a la tierra, y tratar de escuchar su respuesta, que seguro acaba llegando ¿cómo está? ¿qué necesitas? ¿qué quieres de mí? Todos deberíamos ser ese hombre o mujer que habla con las plantas. Y que escucha su respuesta.

San Isidro, ruega por nosotros.
Pastoral S.J.

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