Poema 23, “Al Sagrado Corazón de Jesús,” escrito en 1895 para su hermana, María del Sagrado Corazón.
«Yo quiero un corazón ardiente de ternura
Que me sirva de apoyo sin jamás vacilar,
que todo lo ame en mí, incluso mi pobreza…,
que nunca me abandone, ni me olvide jamás ».
Cómo me has comprendido, único Amigo que amo,
Mi corazón robaste, haciéndote mortal
Y vertiendo tu sangre, ¡ oh supremo misterio…!
Y aún vives desvelado por mí sobre el altar.
Si no escucho tu voz, que desborda dulzura,
Ni veo el resplandor de tu adorable Faz,
¡muy bien puedo, Dios mío, bienvivir de tu gracia
Y en tu Corazón Sacro el mío reposar!
Corazón de Jesús, tesoro de ternura,
tú sólo eres mi dicha y mi única esperanza
Pues supiste hechizar mi tierna juventud,
que nuestra unión acabe con mi postrer jornada.
¡Corazón de Jesús, yo me quiero perder
En tu dulce bondad, por siempre ilimitada!
Sé que nuestras justicias y todos nuestros méritos
carecen de valor a tus divinos ojos.
Para hacer meritorios mis pobres sacrificios,
sobre tu Corazón divino los arrojo.
Ni a tus ángeles puros encontraste sin mancha.
Destellando relámpagos nos diste tu ley de oro…
Tu Corazón sagrado, Jesús, es mi escondite,
¡no tiemblo ya, tú eres mi virtud y mi Todo…!
Para poder un día contemplarte en tu gloria,
lo sé, debo aceptar el fuego del dolor;
por eso he escogido para mi purgatorio
tu amor consumidor, ¡ Corazón de mi Dios!
Mi desterrada alma, al dejar esta vida,
quisiera hace un acto del más sincero amor;
y enseguida, volando a tu Patria del cielo,
tomar como morada tu Sacro Corazón.
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