INTRODUCCIÓN
«Quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado»
(Ex 3, 5), dijo Dios a Moisés ante el fenómeno de la zarza que ardía sin
consumirse a los pies del monte Horeb. Si entrar en la vida de una persona
constituye siempre caminar en terreno sagrado, con mayor razón cuando
esta vida se encuentra afectada por la enfermedad o ante el trance
supremo de la muerte. Ante el debate que últimamente se ha reavivado
acerca de la vida humana, la eutanasia y el suicidio asistido, queremos
proponer en este documento una mirada esperanzada sobre estos
momentos que clausuran nuestra etapa vital en la tierra.
Con este documento pretendemos ayudar con sencillez a buscar el sentido
del sufrimiento, acompañar y reconfortar al enfermo en la etapa última de
su vida terrenal, llenar de esperanza el momento de la muerte, acoger y
sostener a su familia y seres queridos e iluminarla tarea de los profesionales
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de la salud. El Señor ha venido para que tengamos vida en abundancia (cfr.
Jn 10, 10) y en Él hemos sido llamados a ser sembradores de esperanza,
misioneros del Evangelio de la vida y promotores de la cultura de la vida y
de la civilización del amor.
La alegría del Evangelio debe alcanzar a todos, de modo particular a quienes
viven en el sufrimiento y la postración. Queremos reconocer y agradecer a
quienes dedican tiempo y esfuerzo a transmitir esta alegría y esperanza del
Evangelio a los enfermos y sus familiares. De modo particular queremos
mostrar nuestra gratitud a los equipos de pastoral de la salud en los
diversos ámbitos, a los capellanes, personas idóneas, profesionales y
voluntariado en hospitales, residencias e instituciones, a las congregaciones
que tienen como carisma propio el cuidado de los enfermos y ancianos.
Quien sufre y se encuentra ante el final de esta vida necesita ser
acompañado, protegido y ayudado a responder a las cuestiones
fundamentales de la existencia, abordar con esperanza su situación, recibir
los cuidados con competencia técnica y calidad humana, ser acompañado
por su familia y seres queridos y recibir consuelo espiritual y la ayuda de
Dios, fuente de amor y misericordia. El suicidio asistido y la eutanasia, que
consiste en la acción u omisión que por su naturaleza e intencionadamente
causa la muerte con el fin de eliminar cualquier dolor, no aportan
soluciones a la persona que sufre.
Enlace:
1 de noviembre de 2019
Solemnidad de Todos los Santos
Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida
Conferencia Episcopal Española
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