Se celebra este lunes el día grande de las fiestas en honor del Santísimo Cristo de La Laguna. El obispopresidió la eucaristía central de la jornada en un Santuario con aforo limitado y las medidas propias de la crisis sanitaria provocada por la covid-19.

Poco antes de las once de la mañana llegaba al atrio del Real Santuario el representante del Rey que, en esta ocasión, recayó en Gustavo Matos, presidente del Parlamento de Canarias. Cumplimentado con los honores correspondientes, recibió el bastón de la esclavitud del Cristo y se dirigió al templo, en cuya puerta le esperaba el obispo, Bernardo Álvarez.

En la homilía, el prelado recordó el origen de la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz, símbolo para expresar la salvación de Cristo, es decir, “el triunfo de la cruz, signo e instrumento de nuestra salvación”.

De por sí, resulta extraño “exaltar la cruz”, porque ella es una realidad vergonzosa. Es un signo negativo, es el suplicio más infame”- señaló Álvarez. En cambio, los cristianos celebran su gloria porque “por nosotros y por nuestra salvación, Cristo fue crucificado” … La cruz proclama el amor infinito de Jesús, pues no hay amor más grande que dar la

 vida por los demás”- aseveró.

“Necesitamos la luz de lo alto para conocer a fondo este misterio de la cruz. Es la respuesta divina al misterio del mal, al misterio de sufrimiento; es una respuesta desconcertante”- expuso.

El obispo subrayó que la clave para entender el dolor, el sufrimiento, la injusticia es Cristo Crucificado que “parece que no tiene poder”. Es una victoria diferente a la que se podría esperar. Se trata de vencer la muerte por medio de la muerte, vencer el dolor mediante el dolor, vencer el mal asumiéndolo sobre uno mismo. “Es un misterio que nos desborda”.

“Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna” esta es, para el obispo, la respuesta de Dios al misterio del mal

tal y como se refleja en el evangelio que se proclama este día.

En otro momento de su intervención quiso Bernardo Álvarez resaltar el carácter interdependiente de todas las personas, como ha vuelto a poner de relieve la actual crisis. “No nos preguntemos dónde está Dios, sino dónde estamos nosotros y cómo estamos” – destacó para, citando

 a Paul Claudel, afirmar que Cristo no vino a suprimir el sufrimiento, tampoco a sustituirlo ni a explicarlo, Él vino a llenar el sufrimiento con su presencia”.

El prelado nivariense terminó pidiendo a Dios fuerza para que todos sean “instrumentos para el bien” y sepan responder ante la imagen del Cristo lagunero a las preguntas: ¿Qué quieres que haga por ti? Y ¿quién es este?