Este fin de semana se ha celebrado la asamblea plenaria del Consejo de Conferencias Episcopales Europeas (CCEE) . En su mensaje, los obispos europeos han destacado que “la pandemia no debe excluir a nadie, tampoco en lo que respecta a la distribución de la vacuna”. De esta manera unen su voz a la del Papa Francisco, que en los últimos meses ha reiterado la necesidad de que la futura vacuna sea puesta a disposición de la humanidad.

«(…) Cualquier interés individual, hasta el punto de sacar provecho de la desgracia, va en contra de la dignidad personal, en contra de la comunidad: en última instancia, va en contra de los derechos humanos. Nadie debe ser excluido, ni siquiera en la distribución de una vacuna». Según la OMS, hay más de un centenar de vacunas contra la covid en todo el mundo, 34 de las cuales se hallan ya en la fase 2, esto es, probándose ya en un reducido grupo de personas.

La institución que preside el arzobispo emérito de Génova, cardenal Angelo Bagnasco, agradece el trabajo realizado desde que desató la pandemia por los profesionales de la sanidad, los funcionarios encargados de hacer cumplir las leyes y los voluntarios que han ayudado a los enfermos y necesitados. “La experiencia universal demuestra que todo ser humano necesita de los demás, que nadie es autosuficiente: que un virus es suficiente para doblar la ilusión de nuestro ser “invencible”, señalan antes de invitar a mirar el futuro “con confianza” y a practicar la “solidaridad”.

En el encuentro se ha reflexionado sobre las repercusiones que la pandemia tiene en la vida de cada individuo, en el trabajo, en la sociedad, en las familias, en la vida eclesial, en las relaciones entre los distintos Estados, etc. Además, la CCEE ha expresado igualmente, por último, su cercanía al pueblo del Líbano, tan castigado y herido por los últimos acontecimientos, y su esperanza por que se alcance una solución pacífica y dialogada al conflicto en Bielorrusia.