ACTUALIDAD

lunes, 13 de febrero de 2023

Oda a la Iglesia de Carlos Carreto





¡Cuánto debo criticarte, iglesia mía; y aún así, cuánto te amo!

Cuánto me has hecho sufrir; y aún así, cuánto te debo.
Me gustaría verte destruida; y aún así, necesito tu presencia.
Tú me has dado mucho escándalo; y aún así, tú sola me has hecho entender la santidad.
Nunca en este mundo he visto nada más oscurantista, más comprometido, más falso; y aun así, nunca en este mundo he tocado nada más puro, más generoso y más bello.
Muchas veces he sentido como cerrarse de golpe la puerta de mi alma en tu rostro; y aun así, ¡cuántas veces he rogado que yo pudiera morir en tus seguros brazos!
No, no puedo estar libre de ti, porque soy uno contigo, aun cuando no completamente tú.
Entonces, pues, ¿a dónde iría? ¿A construir otra iglesia?
Pero no puedo construir otra sin los mismos defectos, porque son mis  propias derrotas las que llevo conmigo.
Y de nuevo, si construyo una, será mi Iglesia, ya no la de Cristo.
No, soy suficientemente viejo para saber que no soy mejor que otros.
No abandonaré esta Iglesia, edificada sobre tan frágil roca, porque estaría edificando otra sobre una roca aún más frágil: sobre mí mismo.
Y entonces, ¿qué hacen al caso las rocas?
Lo que importa es la promesa de Cristo, lo que importa es la argamasa que une las rocas en una sola: el Espíritu Santo. Sólo el Espíritu Santo puede construir la Iglesia con piedras tan defectuosamente talladas como somos nosotros.

Carlo Carreto fue un monje italiano que murió en 1988. Durante muchos años, vivió como eremita en el desierto del Sahara, tradujo las Escrituras a la lengua tuareg y, desde la soledad del desierto, escribió algunos extraordinarios libros espirituales. 

Fuente: Ciudad Redonda. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario