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domingo, 24 de mayo de 2015

Ana Abril: "Los obispos nos invitan a salir a las periferias para servir a los pobres"


Fuente Religión Digital 
(Ana Abril, Cáritas).- Hay muchos elementos en la instrucción pastoral "Iglesia, servidora de los pobres", aprobada a finales de abril por la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, que la convierten en un acicate y un estímulo para el ser y hacer de Cáritas.
La mirada que desde las periferias de la precariedad nos ofrecen los obispos en este documento tocas las fibras de la realidad en la que trabajamos cada día en los distintos niveles territoriales de nuestra Confederación y acerca la voz de nuestros pastores, que hacen un análisis exhaustivo de los efectos que la vulnerabilidad social ha tenido en los últimos años, a todos esos conciudadanos y conciudadanas nuestras a los que acompañamos en la superación de una condiciones que han sido provocadas por otros.
Con "Iglesia, servidora de los pobres", nuestros obispos se ponen manos a la tarea para impregnarse de ese "olor a oveja" evocado por el Papa Francisco cuando exhorta a la Iglesia a defender la dignidad y los derechos de todas las víctimas de la "cultura del descarte".
Algunos de los puntos de la instrucción pastoral nos parecen especialmente iluminadores para los ejes de la acción y misión de Cáritas. Señalaremos algunos de ellos.
Los más pobres entre nosotros
Reconforta, y mucho, en estos tiempos donde tantas son las puertas que se cierran a esas multitudes de hombres mujeres y niños que huyen de la violencia de las armas y las balas de la desigualdad, y vienen a morir a las puertas de Europa, el análisis que la instrucción aborda en el punto 9, cuando entra de lleno en "la actualidad los flujos migratorios y sus efectos", que, como señalan los obispos, "están reconfigurando Europa".
Es inobjetable la referencia que se hace de los inmigrantes como "los pobres entre los pobres" y la constatación de que "los inmigrantes sufren más que nadie la crisis que ellos no han provocado". Muy significativa resulta, en concreto, la afirmación de que "los más pobres entre nosotros son los extranjeros sin papeles, a los que no se les facilita servicios sociales básicos".
Y vemos, también, cómo se hacen propias las denuncias que desde Cáritas y otras organizaciones de Iglesia venimos lanzando en los últimos meses al señalar que "en estos últimos tiempos, debido a la preocupación del momento económico que vivimos, se han recortado sus derechos".
Corrupción y crisis del modelo
Destacamos también el análisis que el documento hace de la corrupción, que se califica como una "seria afrenta para los que están sufriendo las estrecheces derivadas de la crisis". Son muy relevantes, a ese respecto, las palabras donde se subraya que "esos abusos quiebran gravemente la solidaridad, siembran la desconfianza social" y son "una conducta éticamente reprobable".
Esta crítica a la corrupción va de la mano del cuestionamiento del actual modelo económico que lanzan los obispos cuando instan a "recuperar una economía basada en la ética y en el bien común por encima de los intereses individuales y egoístas". "La crisis no ha sido igual para todos", añaden, al tiempo que recuerdan que "para algunos, apenas han cambiado las cosas" y que "aspectos como la lucha contra la pobreza, un ideal compartido de justicia social y de solidaridad -que deberían centrar nuestro proyecto como nación-, se sacrifican en aras del crecimiento económico".
Anuncio y propuesta
El análisis de "Iglesia, servidora de los pobres" no se detiene en la denuncia, sino que avanza propuestas en clave profética y esperanzada, como es la exhortación del punto 22 a "recuperar la dimensión ética de la economía, y de una ética "amiga" de la persona". Esto significa algo tan primordial para Cáritas como poner a las personas en el centro de cualquier modelo de desarrollo.
Junto a ello, los autores de la Instrucción apelan a la responsabilidad de la comunidad política para "garantizar la realización de los derechos de sus ciudadanos" y "promover las condiciones necesarias para que, con la colaboración de toda la sociedad, los derechos económico-sociales puedan ser satisfechos, como el derecho al trabajo digno, a una vivienda adecuada, al cuidado de la salud, a una educación en igualdad y libertad".
Esta apuesta sin ambages por los derechos nos fortalece a todas las instituciones de la Iglesia, a cada comunidad y a cada hijo de Dios a la hora de implicarnos en la defensa de los mismos y a tomar conciencia de su importancia cuando se trata de algo tan esencial como es la protección de la dignidad irrenunciable de todas las personas.
Una acción enraizada en la espiritualidad
Especialmente iluminadora resulta la invitación de los obispos a vivir a fondo "la espiritualidad que anima a los que trabajan en el campo caritativo y social". "No es una espiritualidad más", nos recuerdan, sino que se trata de una "espiritualidad encarnada y de ojos y oídos abiertos a los pobres, una espiritualidad de la ternura y de la gracia". Se trata de las claves que inspiran esa salida al encuentro del otro que está en la base del modelo de acompañamiento de Cáritas y en el que todos, también nosotros, somos acompañados por los "descartados". Lo que no deja de ser una formulación distinta de esa realidad de una misión y una diakonía donde "los pobres son quienes nos evangelizan".
Propuestas
En Cáritas sabemos, como se indica en la Instrucción, que "la pobreza no es consecuencia de un fatalismo inexorable", sino que "tiene causas responsables", tras la cual "hay mecanismos económicos, financieros, sociales, políticos" de orden nacional e internacional.
De ahí la importancia fundamental que tiene el amplio capítulo de propuestas que se avanzan al final del documento, que implican tanto a las empresas a la hora de crear empleo digno como a las Administraciones públicas en la garantía de derechos y el mantenimiento del estado social de bienestar. Es importante insistir en la idea que se recoge en el documento cuando se señala la importancia de la función social de la actividad empresarial como creadora de empleo, ante una visión puramente mercantilista que limita su razón de ser al de meros instrumentos económicos de generación de beneficios.
Tampoco quedamos cada uno de nosotros al margen de ese reparto de responsabilidades, a quienes se nos recuerda la urgencia de orientar "nuestras vidas hacia actitudes de vida más austeras y modelos de consumo más sostenibles" y de desarrollar "desde la coherencia ética con nuestros valores, iniciativas conjuntas, trabajando en red, con las empresas y otras instituciones apoyando, también con los recursos eclesiales, las finanzas éticas, microcréditos y empresas de economía social".
De lo que se trata, en definitiva, es de tomar conciencia de que "la búsqueda del verdadero desarrollo implica dar relevancia a los pobres, valorarlos como importantes para la sociedad y para las políticas económicas". Con esta instrucción pastoral tan necesaria será posible avanzar hacia ese objetivo de articular una "Iglesia pobre y para los pobres".
Ana Abril es Coordinadora de Incidencia y Comunicación
Cáritas Española
 

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